Tinta seca


Sendero de tierra que me trajiste al valle del gran ojo
ya no puedo seguir girando
es tan absurdo
dejame caer sobre el yuyo huraño y descansar.
Necesito mentir, ¿de qué sirven las verdades?
Me está pasando eso mismo ahora: lo de escribir como un río turbulento
arrastrando piedras que mejor no mover
guijarros con algas podridas que nos asquea ver
entonces miento
de mi
siempre desde mi.
Rodeándome de palabras
robadas del tintero seco de otros ojos
diciéndome,
 como si a alguien le importara
               yo
qué ridícula puedo ser
naturalmente grotesca
como ese jarrón de barro
al que le falta el asa y se cubre de polvo
    a fuerza del olvido

en el rincón mas remoto de la biblioteca.

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Al costado del camino


Vivir en peligro me fue limando las ganas y el deseo. Estoy parada mirando mi vida y no encuentro un camino por dónde seguir andando. Miro hacia atrás todo lo que hice, contemplo lo que estuve haciendo hasta hace poco, reviso lo que tenía proyectado hacer y no hay motivación alguna para seguir. 
El entusiasmo me dura lo que una pompa de jabón en el aire.
A partir de una serie de acontecimientos personales, estoy haciendo sin proponérmelo un cuestionamiento profundo de la vida, de mis actividades y de mi. No sé a dónde me puede llevar este vagabundeo. Si encontraré otro camino en esta búsqueda o si andaré perdida por ahí rebuscando algo que me ilumine o me ilusione o me haga creer que no todo está perdido, porque eso es lo que siento hoy día: un gran desengaño. 

Donde está el arbolito, se acaban mis caminos.





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