Fuera del sofá y de mi centro


Mi perra, mi negrita hermosa está bien, no come mucho, se volvió mas mimosa de lo que ya era, lo cual es mucho decir y sólo come alimentos gourmet, trocitos de carne hervidos muy lentamente con especias, pollo al horno, ositos de avena, salchichas y si es de mi mano mejor. En breve me va a sacar de las casillas y volverá a sus pelotitas y huesitos de toda la vida, que mal no le han hecho, el veterinario nos felicitó por el brillo de su pelo y no sé qué mas!
Soy yo que estoy fuera de mi centro. Cansada. Pero muy. Igual sigo. No voy a parar aunque mi camino vaya derechito a cualquier parte. Sólo que hay días en que ese cansancio te oprime la garganta como una garra y no dormís bien. Tenés pesadillas como eso que escribí ayer y cuando te despertás entrás en otra pesadilla, la de hacer-hacer y hacer para que no pase nada y llega la noche y lo que hiciste no sirvió de nada y tu día se esfumó en medio de una carrera frenética para mas nada. Ayer nomás me traía a la memoria mi amigo Samuel la historia de las sillas de Silvio Rodríguez. Esas que te invitan peligrosamente a sentarte. Y no voy a sentarme. No señor. Yo sé lo que es estar sentada en esas sillas. Esas sillas son la muerte misma. Quien me lee, conoce la historia de Sofalita, años sentada en un sofá mirando pasar la vida. Los sofás ahora son nada más que pasajeros, son un buen lugar donde abrir un libro, nada más. Pero hay días como hoy en los que apenas abrir los ojos quisiera pegármelos con cola vinílica, para apagar la tormenta. Y aún así la tormenta se larga con todo y no le importa nada, no escampa, cae el temporal sobre mis manos ahogando el hacer cotidiano, volviéndolo sueño inalcanzable. Quimeras embebidas en café, ideales para putearlas un rato a medida que el oxígeno en sangre disminuye y se vuelven levemente azules.

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Delirio onírico

Se agrietó el delirio en el cristal empañado de mis ojos
cuando salí del sueño
a escribir la sombra que me habla

vuelta de espaldas
por el hueco de su nuca me mira
sube las escaleras de a dos
dobla en mis esquinas
se mete en mi cama
para mirarme

y me mira

voy a gritar nada 
pero el silencio estalla esparciendo el vidrio 
que llueve sobre mí


despierto
        
alguien aúlla

parte en dos esta noche una sirena de bomberos
de un lado queda el sopor de las casas
con sus habitantes adictos al plasma,
anestesiados de caras y voces lejanas
y del otro,
queda la pena

repetidas veces quemada,
remachada, pedregosa y áspera
fundiéndose en mis venas.

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La poeta me pudrió

La poeta que llevo dentro me pudrió y en breve va a entrar a pudrir al resto. Me tiene harta su baja autoestima y esa actitud abúlica que tiene cuando me invitan a ciclos de lectura, en los que obvio me invitan por ella, no por mí que soy la reina de las entusiastas. Me invitan por ella que en esos momentos le encanta volatilizarse, porque HORROR, nunca sabe qué leer.
Entonces me mira a mí que soy la que le escribe y me hace responsable a mí de lo que pasa, me mira desde adentro y me dice, ché buscáte algo al menos, dame una mano vos que decís que si, que gracias por la invitación, ahora poné media pila y dame una mano. Entonces la mano consiste en romperme el bocho pensando qué leer. Pasan los días sin que busque nada. Llega el día en cuestión y las dos nos miramos ¿Y…qué leemos? Y ahí empiezo a buscar como loca mala qué  corno leer. Podría leer mil cosas, de otros por supuesto. Los otros siempre escriben cosas geniales, no como mi poeta. Leer a mi poeta es como desandar escaleras, o caminar para atrás, o por cornisas enjabonadas. Es tener un porrazo asegurado.

Seguramente quien lea esto va a pensar en un desdoblamiento de la personalidad o que soy una complicada o que bue... Algo de todo eso es cierto, inlcuso a veces soy una multitud de desdoblados. A ver, tampoco nadie me obliga o me pone un arma en la nuca y me dice leé tu genialidad, el mundo va a seguir girando igual si yo leo o no leo, el tema es que yo no sigo igual, si no leo. Mi poeta no quiere, pero quiere ¿Verdad que se entiende? He aquí el problema, el tema del deseo en los fóbicos funciona así. Y yo soy fóbica y vuelvo al principio, al asunto de la autoestima del demonio y todo ese rollo. Si tuviera que leer a Mario Benedetti, ponele, estaría repancha, es refácil, leerlo bien, trae aplauso y ovación garantizada. El tema es leer eso que escribí yo. O dicho de otra manera leer eso que me hizo que le escriba la inquilina. La poeta en cuestión, la que me tiene podrida, vamos.
Leer algo propio no es tan simple como parece, uno en ese momentito, quiere aprovechar y leer lo mejor que ha escrito. Vos le preguntás al que te invita ¿Qué leo? Y la respuesta es fantástica, lo que quieras, lo que mas te guste qué se yo, en todo eso que tenés escrito, fijate. Y vos venís…Es decir yo vengo…No vengo sola, vengo a la rastra con la inquilina poeta y miramos. Miramos. MIRAMOS. Miiiiraaamos, todo esto que llevamos escrito y lo que no está subido al blog y lo que garabateamos por ahí y no encontramos nada que nos interese leer. Nada.
Por lo general eso sucede cuando ando así, volando bajito con el asunto de la escritura. Veo un gran desierto por todas partes. Un cactucito por aquí, y otro que baja y se pierde, un río sequito allá lejos. Otras veces –las menos- en que me siento mas entera, y la inquilina no me revolotea por dentro como un alma en pena, voy con lo que primero encuentro a mano, es decir un cuaderno con escritos de hace mil años y leo algo de ahí. Siempre pienso que algo voy a encontrar, entonces cuando me falta poco para leer, me agarra la duda, empiezo a elucubrar en medio de la oscuridad (por lo general en estos lugares no abunda la luz) entonces en medio de las tinieblas todo me parece fantástico y me doy algo de coraje y subo a leer mi pelusa de ombligo, como ya les conté alguien definió a la poesía que hacemos algunos que escribimos, entre los que me incluyo como pelusa de ombligo. Subo y leo la pelusa, mejor dicho repaso en voz alta las palabras que escribí alguna vez y en medio de la exposición, una parte de mí se pregunta ¿En qué momento escribiste esto? ¿En qué pensabas? ¿Qué quisiste decir, porqué esta palabra inoportuna acá? Todas preguntas que un rato antes en la oscuridad de la sala no me hice. Me vienen todas ahí, bajo una lámpara confesional, donde cada gesto tuyo está quedando registrado en alguna cámara indiscreta, o en la retina del que está sentado ahí delante tratando de entenderte o durmiéndose una siesta.

Esto de buscar con antelación qué leer, es el proceso anterior al cual estoy por pasar en cualquier momento yo, es decir subir totalmente en blanco, sin haber preparado nada. Veo que esto les pasa a muchos poetas, me he preguntado mil veces cuál es la razón y hoy me cayó la ficha, todos ellos están podridos del poeta que llevan dentro, o para el que escriben, o por el que viven. Les pasa a muchos y temo que entre a pasarme a mí en cualquier momento. La cosa funciona así. Acuden a la invitación, se sienten felices, entran como flotando, suben al escenario y una vez sentados en su silla, con el micrófono por delante y con el cuadernito con sus poemas en  la mano empiezan a buscar qué leer. Ahí, empiezan a buscar qué leer, y eso es porque ya se pudrieron de hacerlo antes y de pasar por esto que les cuento que estoy pasando yo el día de hoy. Y vos le ves la cara de glup, esto no lo leo ni mamado, ¿Ésto… cuándo se me ocurrió ésto? ¿Qué pavada ésto madre mía…Por qué estoy subido acá? ¡Éste puede ser, a ver si, si éste, leo éste! Y cuando el brillo de sus ojos se vuelve miel, y vos te acomodás en la silla porque el poeta va a leer, si va a leer, ha encontrado lo que va a leer…Era de mentira, no va a leer nada eso, porque en ese instante descubrió que prefiere leer otra cosa. Un poema que recuerda tiene escrito entre esas 250 hojas, uno genial que un día inspiradísimo ajustició apretándolo entre los renglones y que vendría de perlas encontrarlo ahora, pero hete aquí que no lo encuentra. Y lo busca, pasando hoja tras hoja como afiebrado. Con ese seguro podría impresionar al desesperado auditorio, que impaciente en medio del silencio sordo comienza a toser, a masticar comida o chicles o girar hielitos en copas, hacer ruidos con las sillas, y todas esas cosas que hacemos los mortales cuando entramos a pudrirnos del poeta aterrado del otro.

Todo esto para decirles que a mi me pudrió la inquilina lírica que me habita, la que me deja de a pie cuando se le da la real gana, la que viene cuando quiere y usa lo que hay en mis alacenas y con eso cocina y come y reparte y freeza y guarda para después y después se olvida y cuando quiere volver a comer eso está vencido. La que desordena mis cajones, la que me despierta a media noche a mirar la luna que cuelga en la ventana y escuchar los perros ladrar y me despeina, y me deja sin delineador. La que se pone mis zapatos y me empuja a subir y a estar acá con cara de yo no fui, pero ahora leo. Cara de yo no escribo nada interesante que deba ser leído delante de nadie. Yo casi que no quería venir. Perdón, es ella, no soy yo.

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La dormilona

Como los vengo plomizando tooodas las últimas entradas con mi amor perruno, tengo la necesidad de agradecer a todos los que me acompañaron estos días de incertidumbre, con sus palabras sabias y de apoyo, fundamentales en momentos donde uno se siente muy vulnerable. ¡Gracias!
Quiero decirles que anoche la operaron, que ha pasado bien la noche, que está algo deprimida, y que tengo la esperanza de sacarla adelante apenas la traigamos para casa y podamos mimarla a mas no poder. Acá me juego que está soñando con trozos de panes voladores y vainillas, es la única perra que le gusta mas el pan que la carne!!!
Ya volveré a visitarlos y a escribir otras cosas, pero estos días estoy toda para ella.

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¡Aguante Morocha!

Lo que busqué esta foto no tiene nombre, pensé que la había perdido entre las 48937934 cosas que perdí desde que hago desastres en mi máquina, pero estaba. 
Les presento los ojitos color caramelo de mi morocha. En las próximas horas la operan y su vida corre riesgo. Que la hayan estabilizado ha sido un paso importante, ahora otro pasito mas, que pase la operación, que se la banque como se banca las tormentas, hecha un bollito abajo de mi escritorio, pero apenas pasan los truenos asoma el hocico y vuelve.


Les pido me ayuden a enviar sus mejores pensamientos para que se ponga bien.


¡¡Gracias!!

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Las malas palabras

En mi casa no se podían decir malas palabras, nos manejábamos con eufemismos. Un día le dije una palabra grosera a mi hermano mayor y no sólo casi muero por estrangulamiento entre sus gigantes manos, sino que luego fui llevada ante la Corte Suprema de Justicia, que era mi padre y me explicó con cara de pocos amigos que una niña no podía decirle “eso” a un varón sin que éste se ofendiera. Que no lo hiciera más. Mi padre era machista y mi madre también. Yo entendí que estaba medio sola en casa en este tipo de cuestiones y no volví a insultar a mi hermano nunca si de eso dependía mi supervivencia. Eso sí, mi hermano me podía estrangular tranquilamente, porque no recuerdo juicio alguno para él. Tal vez lo hicieran y yo no me enteré, es cierto que nunca mas volvió a intentar asesinarme, también es cierto que no tuvo motivos. Con el paso de los años, terapia mediante y gracias a ello, pudiendo comprender el funcionamiento familiar y social en el que me eduqué y crecí, pude entender esta cuestión descabellada de la educación y por supuesto perdonar a mi padre, a mi madre y a mi hermano, a quienes amo entrañablemente.

Pero no se trata de esto el post, sino de las malas palabras que se me prohibieron de chica y que apenas crecí. Es decir me hice mas que grande, mayorcita entrada en años, descubrí que las malas palabras no eran las que me prohibía mi padre, sino eran otras horribles que escuchabas por la radio, la tele, las leías en el diario, escuchabas en cualquier lado y hasta las decían personas muy importantes como presidentes, médicos, religiosos, policías, maestros, directores de escuela…
Hablo de hambre, violación, acoso, violencia, tortura, aborto, coima, estafa, cáncer, crimen, guerra, dictadura, opresión…y puedo seguir el día entero si sigo escribiendo todas las palabras malas que hacemos (y no decimos, hacemos) los seres humanos. Palabras asquerosas que inventamos, recreamos, le damos luz, brillo, cámara y acción. Entonces mi boca se convirtió en una cloaca y empecé a decir todas las palabras que mis viejos no me dejaban decir de chica, puto-reputo-recontramildoscientasvecesputo-boludo-pelotudo-choto-carajo-mierda, perdón mi viejo, donde estés vas a entenderme, tenía muchas ganas de putear, así como puteabas vos por cosas que te enojaban y te ponían triste. ¿Te acordás que eras puteador no? Yo no iba a ser una carmelita descalza...

Pero tampoco de esto se trataba el post, esto era sólo un corolario, para llegar a la palabra horrible que he descubierto estos días. Piometra, palabra llena de asco que me hubiera encantado seguir desconociendo. Quienes lean este post y tengan perras, entren al link e infórmense. Yo me enteré a las apuradas en estos días y ahora mi perra está entre la vida y la muerte, padeciendo horrores  y junto a ella nosotros, que somos su familia, ignorante familia que por no saber, no supo cuidarla bien. Como dijo Flamel, entre los comentarios del post anterior, ojalá pudiera convertirme en el ser humano que mi perro cree que soy.

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Trucos fáciles


Atrápalo como un recuerdo envenenado
atrápalo 
y deja que se escape de tus manos


(...para días duros-Quique Gonzalez-) 

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Banco en negrita


Escribo para no seguir cayendo
Lo hice tantas veces que ya sé de memoria cómo se hace. Uno se sienta con todo el peso de la humanidad, algo encorvado, contiene el aire en los pulmones, siente por dentro ese globo caliente quemando y cuando pincha, cuando eso duele y no se soporta y uno se vuelve levemente cianótico, suelta un poco el aire en “negrita” que es mas fuerte, que presume de saber lo que vale cada letra en grosor y espacio, pero esta vez resbalo. No me puedo prender como una garrapata a las palabras, todas se me escapan entre los dedos y las teclas. Las ideas tremendas que se me ocurren, se desnudan, se arrancan la carne hasta convertirse en huesitos magros y apilarse ante mis ojos como un montón de nada. Esta vez voy a estrellarme en el punto y aparte. Así de trágica me pongo cuando escribo para nada, para que haya mas aire en el aire rancio que abunda en esta gran ciudad hedionda, para que haya mas geroglíficos absurdos en arial, que no sirven para nada, que no llegan a convertirse ni en puente o soga o manta, no sé a veces siento que escribir ya no me salva. Sólo me sirve de banco para apoyar esta niebla que me aplasta.

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Ojitos negros, trompita sucia...

Así era mi bombón de chocolate cuando llegó a casa, ahí está la manito de mi hija menor aplaudiendo de felicidad porque era la primera vez que tenía una perrita. 
¿Saben?
Les voy a decir una obviedad, la vejez duele.
Duele la propia vejez, pero la de los seres que amamos es devastadora. Quienes tienen padres mayores saben de lo que hablo. Y quienes tienen perros viejos también. 
Quiero ser fuerte, pensar  que mi perrita fue tratada con amor y mimada a mas no poder. Que era una perrita destinada a vivir en la calle porque no era de raza ni nada y vivió en un pequeño palacio  construido por mis hijas, pero saben estoy viéndola apagarse y yo siento que me apago con ella.
No tengo ganas de hacer nada, ni leer, ni hablar, ni trabajar, ni escuchar música, ni pasear. Paseo un ratito con ella para hacerla caminar y somos dos tortugas tristes bajo los jacarandás que van a entrar en conmoción de un momento a otro, porque tan pendiente estoy de los ojitos negros de mi morriña que ni me desmayo de amor porque los árboles de mi calle se volvieron azules.

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Luna de noviembre



Las calles encharcadas, abolladas de tedio, se fueron abriendo para dejarla entrar
multiplicada  quebrada de temblor
sola
rotunda
algodonada en leche
exprimió su acostumbrada niebla
en mi retina

arriando con su grito este mirar
.
.
.

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Ropajes



Hago antesala en el andén de un día en el que los encantos escaparon en un tren rápido 
y yo quedé desnuda mirando la pared

parada fuera

lejos

con las manos vacías

 huecas y ajenas

Hago antesala en este día bravo,
 despojado de todo lo que hasta ayer fue motivo de encajes
y ahora llevo un
 vestido de chimeneas y hollín.

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Paisaje

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Club Atlético de Poetas...y de locos!!!

Creo que les he colmado la paciencia una y otra vez subiendo invitaciones al Club Atlético de Poetas aunque la mayoría de los que leen mi blog vivan leeeeejos-lejos-lejísimo-lejos. Es que me gustaba compartir con ustedes esta actividad que me ilusionó desde un principio, aunque no pudieran venir, era mi forma de acercarlos, porque confiaba profundamente en esta idea, y hablar de ella era darle entidad, era salir de lo virtual, para volver a lo virtual con mas fuerza. Creí en este proyecto y creo, mas allá de las veces que me vine abajo por alguna desilución o porque algo no salió como esperaba, siempre el saldo fue positivo, siempre fue suma, siempre fue ir a mas. Llevamos un año y monedas haciendo encuentros mensuales y estos días están pasando cosas fantásticas. Ya volveré con tiempo, ahora todo esto, mas cosas personales, me tienen abducida.

Quiero compartir con ustedes una nota que nos hizo Diego Dipierro para el diario Clarín en su edición Clasizonales.

Se imaginan que estoy feliz =) El reconocimiento por mas pequeño que sea nos hace bien a todos, es como un abrazo esperado y una palmada en la espalda, como el "sigue así" de tu maestra de primaria, como un guiño cómplice de que lo que pensabas que podía ser, ES y que el camino se hace al andar, como decía el poeta.


El próximo domingo 6 de Noviembre participamos por primera vez de la FLIA Quilmes (Feria del libro Independiente y Alternativa) y a su término nos trasladamos con todos los bártulos al Ríe Bar Cultural, 9 de Julio 197 Bernal, donde haremos el encuentro del mes. En el blog del Club Atlético de Poetas hay mas info, esperamos a los que anden por la zona a participar del evento. En el stand habrá un taller de poesía colectiva, música y lectura umplugged, y pintura en vivo. Esto estará sucediendo entre las 13 hs y las 19 en 
Casa del Rock - Victorica 158 (a dos cuadras de Av. Calchaquí y Zapiola) 

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