Habitada por pájaros.

"El dia que me dijiste adiós
el tiempo se paró
o a mí me pareció
y entre los dos
hay palabras escritas con viento
No hace falta decir
adonde van 100 pajaros volando! "


Su cuerpo había tomado la forma de una jaula de pájaros.

Al principio era fácil llevarlos por dentro encerrados, entre ellos se entendían, no se amontonaban todos en la puerta, existía el respeto, no ansiaban salir por mas cielo, no les importaba disputarse los rincones, cada pájaro tenía el suyo, cada quién se habia hecho dueño de un espacio y así algunos anidaban entre las costillas, otros se enroscaban las alas en el esternón y bajaban haciendo tirabuzones, otros subían y bajaban por las arterias como si fueran túneles frescos.

Pero con el tiempo se fueron reproduciendo, los hijos de los hijos de los hijos de los primeros pajaritos y ya los espacios se hicieron escasos, vivían amontonados detrás de los ojos de ella intentando mirar de qué color era el cielo, se acercaban desesperados a la boca cada vez que ella la abría y se quedaban atrapados sin poder salir batiendo sus alitas, suplicando un poco de aire.
Cuando desesperados por semejante quietud se amontonaban todos en los brazos y empujaban para arriba, ella sentía que volaba y los pajaritos por dentro tambien se llenaban de ilusiones, se miraban contentos de los intentos que ella tenía, pero al rato desde los pies, los pajaritos que vivían por abajo se iban pasando la voz unos a otros para decirse que eran intentos vanos de vuelo, porque ella no despegaba los pies del suelo, era solo una danza para tenerlos tranquilos, era nada mas que un movimiento como si los meciera para adormecerlos, porque ella tampoco debería soportar tanto peso por dentro.

Y era verdad, había días que ya se levantaba con la pesadumbre de cientos de almas que la devoraban, como si todos los ojos de los que ella era capáz de contar la miraban desde su interior con miradas de fuego, como si todas las bocas juntas de un gran coro le cantara y le hablara al unísono cosas dispares y creía enloquecer.

Entonces para poder convivir con ellos los tenía encerrados en un riguroso órden.
Un día estaba con todos los pájaros reclutados, paraditos como si pertenecieran a un ejército de serios y alguien acercó su mano a la puerta y todos los pájaros adustos se volvieron locos de alegría y provocaron un gran revuelo con sus piruetas, ocasionaron grandes choques y vuelo de plumas.
Ella se sintió muy mal en un principio, creyó que estaba enferma cuando tuvo la sensación de que un ascensor le habia crecido en el centro de su ser, un ascensor repleto de pájaros subiendo y bajando para salir por la puertita que estaba a punto de abrirse y fue al médico. El doctor escuchó con atención las explicaciones que ella le daba, la examinó y para nada asombrado le indicó una radiografía para asegurarse y ver el grado de compromiso que tenía esa afección tan grave y allí vieron que estaba toda ocupada por ellos, que su interior eran todas alas volando y revuelo empedernido de pájaros, que su cabeza era la antesala del delirio y por sus manos viajaban libertades aladas en caravana.

Así salió del consultorio, con el convencimiento absoluto de que la cura era dejar abrir la puerta y que salieran todos de ella para ser libres.
Y así lo hizo, apenas llegar se abrió por entera y se dejó ver y salir de ella y en ese preciso instante sucedió la maravilla y se sintió aliviada, los pájaros entraban y salían de sus rincones, se iban y regresaban, la seguían habitando, pero habían aprendido a volar por fuera y cada vez que regresaban su vuelo era tan perfecto y tan intenso, que no se dieron cuenta pero ella de a poquito fue despegando los pies del suelo y hay días en que ya ni lo toca, se lo pasa volando con ellos.


"En una mano
hay palabras escritas con fuego
y en el corazón (hay) 100 pájaros menos"

-Andrés Calamaro-

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El corredor de la memoria

Hablar desde la ausencia,
desde las antípodas de esta inyección de sombra.

Hablar con la palabra suspendida,
con la amenaza de la palabra,
con su pasado más remoto.
Porque aquí y ahora la palabra no existe.
Tan sólo queda su identificación
en los archivos policiales
de la historia del hombre.
Su sonido es un coágulo en el tiempo.
Su escritura es un pálido diafragma
para las tácticas funestas
del corredor de la memoria.

Hablar desde la ausencia,
corrigiendo por anticipado en la palabra
ese defecto técnico
que la borra en el tiempo.

Roberto Juarroz


Leyendo un cuento hermoso de Zooey, un cuento de esos que se salen del blog y te hacen viajar, yo recordé una historia real de viaje, una historia para nada maravillosa, mas bien de esas que detesté vivir, pero que pasados los años la recuerdo con humor y como ando necesitando subir las escaleras que me lleven a una azotea con sol, es que recurro a este relato.

Yo estaba parada en la terminal de mi pueblo y esperaba el bus que me traía a Buenos Aires, me esperaba un viaje que abarcaría toda la noche.
Me despedían un par de amigas y me indicaron con una señal en la mirada con quien tendría el placer de viajar. Cuando ví quien era el susodicho, lamenté mi suerte. Lo conocía de una fiesta en la que habíamos tenido cierta conversación tediosa y tenía un recuerdo molesto de él.
Era el tìpico hombre apuesto que se cree el centro de atracción femenina y por el cual una debe rendir pleitesía si él se digna a mirarte.
No entendió nunca que no era mi tipo y puso cara de triunfo cuando detectó mi presencia, mi pasaje y mi valija.
Cuando íbamos subiendo al bus y se acercó decidido a sentarse conmigo, le informé que prefería viajar sola porque quería dormir, igual se acomodó a mi lado dueño de una simpatía arrolladora y un perfume tambien arrollador, e hizo caso omiso a mi pedido. Tenía el aspecto de quien se sabe ganador del premio, porque tiene todos los números.
Yo quedé prisionera de la ventanilla del bus y de su cuerpo que era grandote, especielamente quedé atrapada por un brazo enyesado, su mirada que me espiaba de costado y su sonrisa abierta a la conquista.

De repente el paisaje nocturno que se veía desde la ventanilla se me volvió la octava maravilla del mundo y me petrifiqué en la pampa húmeda, apoyada en los cristales. Es mas, con serias intenciones de atravesarlos.

A él no le interesaba ni dormir, ni leer, ni mirar alguna película, o escuchar música que son algunas de las escasas opciones que hay en un viaje largo, nos quedaban 400 Km por delante y un gran tiempo por compartir en ese pequeño espacio.

De su boca comenzaron a caer "bonitos" temas de conversación siempre orientados hacia idéntico fin, todos comenzaban mas o menos igual, repletos de halagos hacia mi persona y la suya obviamente, que éste era un gran momento, volver a vernos era una señal, ya que ambos nos merecíamos una segunda oportunidad. Comenzó a resultarme absolutamente previsible la charla, como la vez de la fiesta y todas mis respuestas hechas con monosílavos y palabras flacas de interés lo pusieron nervioso.

Me dijo evidentemente molesto que él sólo quería compartir una conversación conmigo dadas las circunstancias, le dije de manera cordial que estaba cansada, que pensaba dormir durante el viaje, que al día siguiente tenía que trabajar y que no era mi idea pasar la noche en vela hablando (de nada).

A la media hora de salir de la ciudad, las luces del bus se apagaron y quedó sólo la diminuta lucecita del camino encendida como todo auxilio.

Yo quedé mas prisionera que antes porque el señor se estiró a sus anchas y yo que soy pequeña quedé aplastada, con mis ojos como platos y viéndome venir una noche de terror. Ya con mi voz de pocos amigos le pedí por cuarta vez que se corriera, que estaba incómoda y sólo encontraba una sonrisita socarrona y una mirada como de que a mi eso me gustaba.

Sentí que la sangre entraba a hervierme por dentro y que mis manos se estrujaban en el bolsillo de mi campera.
En ese momento siento sus piernas frotando las mías y él tirado sobre mi hombro, intenté moverlo y se hacía el dormido, no podía moverme de allí, su cuerpo era grande, pesado y ocupaba todo el paso, de modo que recurrí a mi fuerza bruta y con toda la bronca que pude haber acumulado en ese tiempo que llevábamos luchando con disimulo, le propiné un codazo -que llegó a dolerme bastantea mi- en su brazo enyesado, lo cual le hizo pegar un alarido en plena noche y todo el mundo se dio vuelta dentro del espacio cerrado del bus.

Él se levantó, tomó su bolso y se fue insultándome, gritando en medio de la noche a los pasajeros atónitos que yo lo estaba acosando desde el principio del viaje. Es mas, durante un rato le contó al compañero de asiento, que le tocó en desgracia, detalles de "mi acoso".

De mas está decir que entre el miedo que tenía a que me agreda tremendo bruto y la bronca que rumiaba por dentro, llegué a la capital sin haber pegado un ojo en toda la noche.

Esta es otra historia de viaje, si les interesa algo mas romántico los invito a pasar por el blog de mi amigo -con tu permiso Zooey- y allí disfrutarán de un momento realmente grato, esto ha sido sólo una distracción que encontré en el corredor de la memoria.

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Quejumbrosa

Yo no sé
si fue negro de mis penas
o fue rojo de tus venas
mi sangría...
-Tinta Roja- Cátulo Castillo


Llevaba el día entero queriéndomela sacar de encima.
Hice innumerables esfuerzos por separarme de ella y nada resultó.

Juro que al salir de casa corrí casi con desenfreno las primeras cuadras donde el sol arrecia para ver si así se daba cuenta, pero no le importó, ella tambien apuró el paso, es mas en un momento que no la vi creí que había logrado mi cometido, pero no, era que al correr tan rápido para estar a mi lado en su apuro se había adelantado y yo feliz creí que habia desistido, menudo susto cuando me di vuelta y la tenía delante de mi, toda sombría sonriendo con sus dientes perfectos y con cara de que menos mal que soy lista, sino en tu apuro casi nos perdemos!

Conservé la calma y me resigné, qué hacer con ella si es así de tozuda, si no se deja abatir por mi indiferencia y resiste. Si ve que no la registro y de todos modos me sigue.

Es que no reniego de ella por nada, detesto que me siga a la rastra, detesto verla en la pared cómo va agarrándose a tientas, anda como si le hubieran dado en el blanco, con los brazos sujetando algo en su centro, camina pidiéndole permiso primero a un pie y luego al otro y eso me enferma, porque cuando yo me apuro para ver si la pierdo...

¿Cómo es que ella acelera y me sigue?
¿Cómo es que tiene energia para seguir a mi lado?

Si recien parecía que era el fin. Es que no debe estar tan mal, solo le gusta mortificarme y mostrame cuán desdichada es detrás mío.
En verdad no sé porqué me sigue para sufrir así, qué vida de sombra desgraciada que lleva, yo en su lugar ya me hubiera borrado por alguna callecita sin retorno.

La detesto por eso, porque si no fuera por ella nadie se daría cuenta que me derriba el agobio, si no fuera por ella que se tira en cualquier vereda y se muere, nadie se enteraría que estos días me desmorono.

Entonces la veo así de vencida, de sombría, de amurada a la pared, de estampada en el piso con su completa imperfección de sombra, me rearmo haciendo un esfuerzo y la invito a que se siente conmigo, le exijo que se enderece, que no parezca una sombra en pena, que no es digna, que al menos se tire de manera elegante en el respaldo del banco de esta plaza abrumada de perfumes y de silencios.

Le hablo despacito como sé que le gusta a ella, casi le susurro al oído lo que sé que va a gustarle, le hablo de los colores que alguna vez tuvimos, le hago hacer memoria de lo altiva que era en otros tiempos, le recuerdo ese modo con el que le gustaba caminar sabiendo cuánto atraía a otras sombras entusiastas, de lo felices que éramos cuando las dos paseábamos en la misma dirección, siempre yo delante y ella tan cómoda dejándose llevar.

Le digo que se puede salir de esa actitud de pegamento que tiene, de ese fatal desencanto que la tiene atravesada, de esa cosa de niña triste que la aqueja.
Es mas la tomo por los hombros y la miro a esos ojos tan míos y le digo que igual la quiero, que chueca, desvencijada y persecuta, igual la quiero.

Tiene mis formas, mis mañas, mis miedos.
Mas no soporto de ella que sea tan franca, que no sepa disimular mis defectos.
Que si me ve salir con la frente bien alta, despues de una noche de desvelos, en vez de caminar derecha detrás mío, vaya por los rincones sucumbiendo.

Lo que mas detesto de ella es su falta total de encubrimiento.

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Condena

"Antes y despues de las rosas
ves a través de las cosas"


-Andrés Calamaro-


-Como una espina clavada en mis ojos, así me duele esta mirada-.

Alguien que me ha hecho así, me tiene los párpados sujetos y las pestañas petrificadas y de esta manera absurda tengo que soportar la tortura de mirar y mirar todo el tiempo.

Sin horarios, esa es mi condena.

No me enseñaron cómo era eso de cerrar los ojos y distraerse, cómo era eso de mirar para otro lado, cómo se hacía para mirar la lluvia y ver llover, se me hizo añicos la mirada de viaje, la del vuelo empedernido, la que se sentaba tan feliz, se hamacaba en un rayo de sol y se ponía a iluminar rincones.

Se me cayó en cascaritas de dolor, en pedacitos de arena esparcida, en grietas azules y lo que ha quedado ha sido esta mirada de piedra.

La mirada de una estatua.

Siempre fija, de ojos sin antojos, blancos y sin fondo.

Lo peor es que los que me visitan en este museo y me observan detenidamente no ven en mis ojos el grito de socorro, pensando que soy de yeso, se creen que yo no veo y que como comulgo con el silencio, piensan que tampoco pienso.

Pero estoy aquí, en esta sala helada, desnuda y con los ojos quietos convertidos en garganta sin voz, tragando todo lo que veo.
Llegan a mi estómago, que ya aprendió a digerir piedra, todas las visiones en cinemascope. Tengo los rostros detenidos de todos los que pasan, mirándome como yo los miro.
Y todos mis gritos mueren en esta garganta de hierro y por mis venas de alambre corren ríos muertos, que se secaron en los últimos incendios.

Por fin ya termina la exposición, la gente comienza a retirarse y volverá el silencio, las luces dejarán de ponerme en el centro de las miradas y la mía seguirá igual de pétrea, pero dejarán de dolerme tanto el reflejo de esos ojos en mis llagas.

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Llegó sin avisar.

"A veces siento que me hago viejo muy rápidamente
desde que colgué mis años
salvajes en un clavo en tu frente"


Recien había llegado y se sentó en el medio de la sala a mirarme con una sonrisa perfecta.

Tenía la expresión de la felicidad en su rostro, le brillaban los ojitos y entre sus manos los castillos llegaban hasta las nubes y tenían que andar esquivando estrellas.

Era de pocas palabras, entonces tuve que dejar de hacer lo que estaba haciendo para prestarle atención y dedicarme por entero a ella, interpretar cada mirada, cada silencio que se extinguía en el suelo, cada suspiro que terminaba chocando con el cielorraso.

Mi paciencia llegó a límites extremos cuando le dio por esconderse de todo lo que nos rodeaba y meterse para adentro, ensimismada y reticente a que los demás la vieran, me dijo que sólo vino por mi.

Dejé todas mis cosas, la saqué de allí y salimos a dar un paseo por las calles que están acostumbradas a verme, le tomé las manos que le temblaban de alegría, la miré hasta el fondo de sus ojos tibios, recolecté en una botellita tornasolada cada uno de sus suspiros, le terminé de dibujar el perfil que se borroneaba cada tanto y para que estuviera mas bella que todas las demás, le hice torzaditas en el pelo y lo fui entretejiendo con florcitas silvestres que juntamos en los bordes del camino de regreso a casa.

Cuando quise acordar se me había pasado el día con ella y me sentía feliz.

Era una ilusión.


"el tercio de los sueños
ya se habia terminado para mi"

-Andrés Calamaro-

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Sin paracaídas

"Mi vida fuimos a volar
con un solo paracaídas
uno sólo va aquedar
volando a la deriva"

Paloma -Andres Calamaro-


Ella la traía guardada entre sus dientes, desde hacía un tiempo. De pronto cuando él estuvo enfrente no supo cómo, sin mediar explicación alguna, una palabra saltó de su boca sin paracaídas y casi como un pájaro recién nacido intentó volar.

La palabra hizo pequeños malabares en el aire
se quedó sin aliento
se puso pálida
los ojos se le abrieron aterrados ante el inminente desastre
y luego se le cerraron apretados igual que su boca.

Y como si fuera una hojita seca cayendo del árbol mas alto, así planeó. Igual que un avioncito hecho con papel de diarios, como un pétalo arrastrado por la brisa, como una bolsa de nylon dando tumbos en el aire, de ese modo dueña de una seguridad desconocida la palabra se volvió sonido.

Cuando él escuchó decir aquello, la furia pudo mas que todo.

Despues, palabra con aire, con vuelo, con ojos abiertos y corazón entero. Palabra de diario, de papel, de cielo, de pétalo en sus labios, de bolsa sin fondo, de hojita sin dueño, palabra viajando directo a su centro como un puñal certero, se clavó en su pecho y allí provocó un incendio.

Cuando él estuvo a solas, entre sus manos de fumador eterno, la palabra errante pensando que se estaba volviendo silencio, fue tomada entera, grabada ella con cada una de sus letras en un papel que tembló indefenso, aterrado por la violencia de los hechos, y sin posibilidad de huida palabra y papel se dejaron estrujar en aquél amasijo desgarrado. El cigarro le quemaba entre los dedos, igual él seguía martillando cada garabato impreso y una vez que hubo plasmado en el papel todo ese fuego, la palabra que había tenido un trágico vuelo se hizo poema, encrucijada, cárcel, desierto, mar y destierro.

Y como sólo él sabía hacerlo, loco de rabia la hizo canción por no verla morir en el misterio y desde entonces una palabra viaja de boca en boca, de cielo en cielo, de pueblo en pueblo y sin paracaídas es dueña por completo de un momento.


"si me olvido de vivir
colgado de sentimientos
voy a vivir para repetir otra vez
este momento"

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La flor más bella



"Ella
es la flor mas bella
vagando por las estrellas
brilla mas que el sol"



Ella habita en un territorio mágico, el de los sueños por cumplir.

Durante horas los fabrica, casi en eso se le escapa el dia. No tiene tiempo de pequeñeces como estudiar materias intrascendentes del colegio, ni cuestiones que la alejen de esa escalera que la lleva a su guarida.

Allí es donde ella apila entre nubes de caramelo ladrillo tras ladrillo, hechos de un material etéreo, pero tan firme que sólo por las noches, cuando se rinde y deja de trabajar con ese esmero de quien sabe de qué se trata su sueño, su carita vuelve a tener la calma de la infancia que no la abandona, su sonrisa se vuelve un dibujito animado, sus manitas unidas en una plegaria se hacen almohada y su cabello que es una cascada de miel la cubre de todos los sueños que agazapados, como cada noche, esperan que yo me vaya para venir a buscarla y poner en sus manos todos los guiones de las pelis que ella piensa filmar.

Yo sé lo que ella espera ese momento, porque la vi subir y bajar infinidad de veces por esa escalerita construida con pedazos de ilusiones recien hechas durante el día.
Y como sé que a veces los sueños son esquivos, le doy el besito de las buenas noches, le arropo todas las ansias de vida y me alejo.

Desde el vano de la puerta me quedo mirando y en la penumbra de su cuarto de niña veo un revuelo de sueños en colores agitados, con destellos inesperados que bajan haciendo remolinos y se posan sobre ella como si fueran maripositas y ya comienzan a festejarle su cumpleaños.


"Baila
y se dibuja en la luna
cuando se pierde en la bruma
parece flotar.
Ella es de la tierra
de mujeres divinas
ella es argentina
como ella no hay."

-La flor mas bella- (Memphis la Blusera)

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Mi ternura de paseo.

"Abro la puerta como un poeta fértil
dándose a conocer
el horizonte no es el río"
-Andrés Calamaro-
Tengo la ternura parada en la puerta de calle.

En el umbral de mi casa está quietecita, mirando sus pies, que se han quedado pegados al piso sin movimiento alguno.
Toda ella comenzó a crecer hasta desbordarme y como si se tratara del agua que corre por la canilla, llena el balde y entra a derramarse por la casa, igual sucedió con mi ternura.

Algo me conmovió sin previo aviso, vino derechito y me dio en el blanco y justo allí estaba la ternura dormida y se ha despertado.

Y ahora no sé qué hacer con ella, porque me tiene tomada por completo, se agarró de mis manos, de mis piernas, se me ha dado una vuelta al cuello como si fuera una bufanda. Se me ha subido a la cabeza y allá arriba ha hecho un nido y me revolotea todo el tiempo.

Y recien me he dado cuenta que mueve mis pasos, que mi intención era otra y ella me ha traído hasta aquí.
Me ha llevado la mano a la llave, la llave a la puerta, la puerta a la calle y la calle toda abierta, con todos sus caminos posibles la invitado a salir por completo de mi.

Y acá está ella toda alborotada esperando su estreno.
Mi ternura preparada para salir de paseo.
Yo la espero.
"El mundo gira en un sentido absurdo
mientras yo te espero"
-Quique-

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De parte de mi vieja

Esto que voy a hacer es lo mas extraño que se me ha ocurrido en el blog, pero en verdad tengo muchas ganas de compartirlo con ustedes :)

Cuando se entere mi madre, que se lo voy a hacer saber luego, se que le van a brillar los ojitos de felicidad, asi que aquí va:

Este es un mail que acabo de recibir en respuesta a uno que le envié con el post del día de la madre, al cual le adjunté los comentarios que me habían dejado ustedes porque me pareció un regalo precioso.

Y esta es su respuesta.


Hola qué tal?

Mil gracias por la canción "Como pájaros en el aire".

Es hermosa y la verdad que con los mensajes de tus lectores colmaste mi emoción, QUE BELLAS PALABRAS Y CUANTO AMOR ENCIERRAN, agradeceles en mi nombre y deciles que las guardo en mi corazón.

Muchas gracias por todo y la verdad que a esta altura de mi vida, nunca pensé recibir tan elogiosos mensajes y de TAN LEJOS soy internacional ja ja ja !!!

Gracias a ustedes por ayudarme a sacarle esta sonrisa del alma a mi madre.

-Pato-




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El Tano

Pena de tu ausencia sin retorno
pena de saber que no vendrás,
pena de escuchar en mi abandono
voces que me acusan al llegar.

Dolor amigo de estar con tu sombra
remordimiento de saberte buena
dolor lejano de oír que te nombran
las voces muertas del ayer feliz.

Abandono -Homero Manzi-



Casi donde terminaba el pueblo, allá donde las luces se fundían con el campo, el Tano le había hecho a su mujer, con sus manos un rancho, lo pintó a la cal, lo dejó soñado. Sembró margaritas a los costados, compró en un remate unos cuantos muebles usados y los lustró hasta dejarlos blancos, se animó a unos manteles y a unas cortinas con unos trapos blancos que compró en la tienda de saldos y cuando tuvo todo acomodado la llevó para el palacio y la llenó de encantos.

Ese sol era tan alto, que las mañanas lo encontraban dando saltos para bajarle aunque sea un rayo a la mujer que amaba y se lo dejaba mientras ella dormía, atado a algunas flores que arrancaba por el patio.
Él estaba tan feliz que no se dio cuanta jamás que ella no lo estaba tanto y así, sin notarlo fue apostando solo y ella fue desapostando.
Él llegaba ilusionado a la casa por la tarde despues de horas trabajando y ella se iba justo -un rato- siempre bella, oliendo a jabón y a engaño.

Los días pasaban apurados, del mismo modo que entraron a correr los comentarios en el barrio.
Una tarde cuando volvía de regreso para el rancho, en uno de esos patios abiertos se estaba estirando el chisme fatal que dio en el blanco y el Tano escuchó que ella estaba por mandarse a mudar con un fulano y él que no quiso escuchar quien era por temor al desparramo, se quedó escuchando.

Supo entonces que a su reina se le estaba acomodando un candidato, miró sus manos de trabajo y se quedó cabizbajo.
Con más ganas de rajarse a cualquier lado llegó a su casa y se distrajo con la radio, las noticas le bailaban como un tango y los tangos le clavaban navajazos.

Ella estaba terminando de ponerse su vestido anaranjado y tenía una especie de rubor en su rostro, que a él le supo extraño. Los collares le colgaban en torrentes igual que los aros, y la boca que brillaba iluminada era un escándalo.
El Tano tragó algo que se le antojó muy amargo y cerró los ojos apretados.
-¿Dónde vas con esos tacos?- preguntó su voz grave raspando en el aire del cuarto.
-A la casa de la Raquel, que es su cumpleaños -¿vos venís?- le preguntó ella sin dejar de maquillarse mientras tanto.
-No, mejor me quedo cuidando el rancho- le dijo atragantado.

Ella se fue cartera y taco, moviendo ese cuerpo naranja acompasado, el pelo rubio se confundía en el ocaso y él se la quedó mirando.

Tanto la miró que se perdió por un rato y soñó que la tenía entre sus brazos, en esos brazos de cal y venas asomando y cuando volvió en si lo que tenían sus manos, era un puñal bien afilado que brillaba desenvainado.
Despacio se levantó de la silla, estaba manso. Ni tranca puso en la puerta del rancho al salir y entre las margaritas, que se le arrodillaron temerosas, salió caminando.

Tenía hora y lugar, lo había escuchado.
Era una esquina húmeda y roja, con farolitos provocando, donde ella y el fulano se encontraban cada tanto, pasaban por un pasillito oscuro, condensado de pecados y entraban a uno de esos cuartos apestosos.

Él los vio entrar apretujados, las manos del fulano manoseando su naranja apasionado, revolviendo esos pelos amarillos que eran suyos y ella con los tacos en la mano y la cartera revoleando, ni se dieron cuenta que en la oscuridad, se acababa de morir del desengaño un hombre enamorado.

Los esperó las horas que hizo falta, para matar el tiempo se fumó unos cigarros, hechos entre sus manos que temblaban de rabia y fumaba y maldecía el rancho, las margaritas, los manteles y la radio.
Y tambien maldijo aquellos patios tan abiertos.

Y cuando quiso acordar escuchó las risas que venían a apurarlo.
No le importó nada, ya todo había terminado, así que se le tiró encima a ella y la ensartó como si fuera un almohadón apelmazado. El fulano se escapó desesperado por las calles podridas del barrio.

El puñal se hundía y se salía de su carne como si lo estuviera probando, pero no era un ensayo, ella ya no tenía vida cuando lograron controlarlo entre unos cuantos, porque él como enceguecido la seguía apuñalando.

No podían sacarlo de allí, amarrado a lo que había sido su mujer estaba el Tano, embebido en esa sangre que había amado.
Como pudieron lo levantaron, lo arrastraron y lo dejaron sentado, muerto, petrificado del espanto.

Pasado un rato, se le escuchó decir que lo llevaran ante la Ley, para pagar su daño.


Esta historia es un hecho real que ocurrió muchos años atrás. El Tano ya cumplió su condena, vive solo y jamás pudo olvidar a la mujer que asesinó.
Dice a quien quiera oirlo que la sigue amando.Y que ese es su mayor castigo.

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A mi madre

COMO PAJAROS EN EL AIRE

Las manos de mi madre parecen pájaros en el aire,
historias de cocina entre sus alas heridas de hambre.

Las manos de mi madre saben que ocurre por las mañanas,
cuando amasan la vida, horno de barro, pan de esperanza.

Las manos de mi madre llegan al patio desde temprano,
todo se vuelve fiesta cuando ella juega junto a otros pajaros;
junto a los pajaros que aman la vida
y la construyen con los trabajos,
arde la leña, harina y barro,
lo cotidiano se vuelve magico,
se vuelve magico...

Las manos de mi madre me representan un cielo abierto,
un recuerdo añorado, trapos calientes en los inviernos.

Ellas se brindan calidas, nobles, sinceras, limpias de todo.
!Como seran las manos del que las mueve gracias al odio!


-Peteco Carabajal-

Hoy es el día de la madre y aunque la tengo lejos, ella está en mi, en mi forma de andar, en mi risa, en la risa de mis hijas.
Está en las flores de este jardín que ella cuida cada vez que viene, en el eco de su voz, en el cúmulo de recuedos que me pueblan desde temprano y me la traen desde todos los tiempos, siempre con esa energía arrolladora que tiene, con esa fuerza y ese coraje propio de los valientes.
Ella está en estos pájaros dueños del aire y que toman la forma de sus manos incansables y con la misma libertad que tienen ellos para volar, así ha sido ella, mi madre, toda alas abiertas a la vida.

Te amo mami, no tenés idea de lo que te admiro.
Besitos de cielo.

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Orígenes

"Me despiertan las noticias en la radio
y me abruma la locura de los días
y me aprendo de memoria el calendario
las maneras de vivir son sólo mías"
-Quique-


Buscando no perderme de mi, intentando asirme de mis motivos mas urgentes y dejar de resbalar por un terreno pantanoso intento bucear en mis orígenes, viajar al principio, atrapar entre mis manos qué me trajo hasta aquí, qué fue lo primero que busqué al poner pie en este lugar y recuerdo claramente que en mi mente dibujé un refugio, un lugar mío, personal.

Y a medida que me fui ambientando y sintiéndolo propio fui dejando salir una parte mía que había mantenido atrapada por años, mis fantasías mas remotas, dejarlas de dar vueltas por dentro y soltarlas, hacer que dejen de funcionar como ovejitas para antes de dormir y poder plasmarlas, del modo que yo pudiera y salieron cuentos.

Pensando esto llegué hasta el fondo, hasta los verdaderos motivos del porqué de mis historias y porqué me habia encariñado tanto con este espacio, llegué buceando y debo admitir que leyendo a José Antonio se me reveló con claridad el orígen, es que así es como funcionamos, somos por momentos verdaderas tormentas, somos como trenes repletos de nubarrones y vamos cargados de lluvias sin caer y de pronto sin saber porqué aterrizamos en una estación cualquiera, que sin aviso previo nos hace chocar todas las nubes y la lluvia hace maravillas y estragos a la vez.

Esto me ha sucedido.

Y sentada entre medio de los charcos he viajado hasta mis primeros maestros, hasta los que me enseñaron a contar los primeros cuentos y he decidido presentarles a estos viejos amigos de mi padre, porque fueron ellos que sin saberlo fundaron en mi este espíritu narrativo.

Aquellos eran años felices y yo rondaría los cinco años.

Las noches cálidas en mi pueblo no tenían desperdicio, ellos se juntaban todas las noches en la esquina de mi casa, era una barra de hombres entre los cuales estaba mi padre, disímiles, tragicómicos, variados y en esa diferencia radicaba la riqueza de sus conversaciones.
Desde entonces, el mundo masculino me atrajo sin remedio, su manera de arreglar las cosas tan simple, sus discusiones sobre política y fútbol, cargadas de pasión, mezcladas con letras de tango, sus historias de pasillos y de entreveros de malevos, mezclado con ese humor característico de los hombres era mi felicidad.
Y por supuesto la competencia entre ellos de ver quién tenía la historia mas tremenda, la mas cruenta, la mas horrenda, la mas verídica y a la vez la mas mentirosa.
Yo me recuerdo, pequeña, sentada en el umbral de la esquina con el farol amarillo marcando un gran círculo y ellos parados también en círculo, rodeándome, algunos apoyados contra la pared, todos en el rito imperdible de la fumata nocturna y de la entrega diaria de ese afecto mutuo por encontrarse todos por lo mismo.

Mi entretenimiento ademas de escuchar, era contar las toneladas de colillas de cigarros que fumaban por noche, yo era la encargada de llevar la cuenta y pasarles el dato de lo enviciados que estaban, lo cual hacía que me espantaran a dormir y yo sólo me iba a dormir luego de que pasara "Don Maragusi" -en realidad tenía un apellido irreproducible y yo pronunciaba asi-. Era el dueño del unico hotel del pueblo, era el último en llegar y luego de que él se iba yo me podía ir a dormir tranquila porque él marcaba mi reloj, si se iba era porque ya era tarde.

Yo lo esperaba a ese viejo de traje oscuro, porque él siempre tenía historias de forasteros sospechosos, de pistoleros que azolaban los campos del oeste y buscaban refugio en sus habitaciones húmedas, siempre tenía el cuento de alguna damas triste y solitaria que hacía noche en su hotel buscando olvidar algun amor trunco, siempre sus mujeres olían a tabaco y a alcohol y no sé porqué me las imaginaba vestidas en provocativos encajes negros y los labios infaltablemente rojos.

Crecí con ellos, fui su mascota obligada debido a mi tozudéz y un buen día tuve necesidad de contar yo todos esos cuentos mezclados y mis amigos tenían cero capacidad de concentración, estaban en la edad de la atención dispersa y del dibujito animado y yo quería ojos, ojos abiertos, con sus bocas cerradas y sentados frente a mi.

Y encontré a Maria, mi primer público incondicional, mi primer conejillo de indias.

María me necesitaba a mi, como yo a ella, con la fuerza de los desesperados.
Era una española que se había quedado soltera, me llevaba como 70 años y la amistad igual fue posible, nos habíamos conquistado el corazón y fuimos inseparables hasta que ella se fue como era lógico por los caminos del final de su vida y ya no hubo mas tardes de té, ni galletitas compradas para mi.
Durante meses me segui sentando en el umbral de su casa, mirando su sillón vacío, esperándola para contarle alguna historia.

Ahora comprendo que ella veía en mi, colores y alegría, esa magia que tienen los niños que tanto bien hacen a los ancianos y yo encontraba en ella su casa siempre abierta, el tiempo que otros no tenían, su té endulzado esperándome en las tardes de frío, su palmera llena de coquitos maduros y la escalera lista para que yo me suba mientras ella me cuidaba desde abajo, sus manos serenas apoyadas en su mentón mientras me decía con sus ojitos grises "cuéntame otra vez la historia de tu viaje en barco" y yo me sentaba en chinito en la silla de su cocina y remontaba la historia de cuando yo "había sido" una niña abandonada y me había colado en un barco de carga y había soportado con menos de 10 años las peores pesadillas.

Esa era la historia que mas le fascinaba, la recuerdo hasta con imágenes, como si las hubiera fotografiado para un libro, yo con mi pelo largo hecho un remolino, mis vestidos de época y luchando con tormentas atroces y montruos marinos.

Estos fueron mis primeros motivos, los amigos de mi padre y María, mi inolvidable amiga de la infancia.

Ahora han venido a buscarme mas motivos, mas cercanos en el tiempo, con mas clorofila en sus hojas, con mas color y perfume en sus pétalos, pero estos viejos motivos se hicieron luz ayer cuando languidecía de pena sintiendo que me perdía...

Como de algun modo ellos me han rescatado del naufragio, los he traído aquí y se los he presentado.


"presiento la luz dorada de un escenario
pero las cosas del alma no se adivinan"

-Quique Gonzalez-

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Amotinados.

"Hay cien motivos más
De los que había ayer
En el lugar de aquello que perdimos "
-Quique Gonzalez-

Los motivos están, los he visto despues de lavarme la cara y quitarme la ceguera de estos días, los he visto alucinando historias que ojalá pudiera ser capáz de escribir, disfrazados de luces y caminos, los vi desenmascarados y con sus verdaderos rostros, los vi sin maquillaje, sin sombreros, es mas vi a las gotas de lluvia como tal, asi transparentes, redonditas y a los rayos de sol calcinando los cristales, los vi como rayos verdaderos, sin trenzas y sin sombreros.

Es mas puedo ver ahora a miles de motivos, que se me han amontonado todos delante mío, en señal de protesta, porque se han enterado que he dicho por aquí que estaba sin motivos y unos a otros se han ido pasando el chisme y esta mañana se me han venido en masa, todos enfurecidos y con serios reclamos a exigirme dedicación.

A decirme que ellos están, vestidos, peinados, listos para que yo haga con ellos lo que quiera o lo que pueda, -digamos, mejor-.

Si los vieran haciendo valer sus derechos, todos amotinados meten miedo!

La verdad yo no sé qué les pasa, debe ser que ellos se sienten vivos en función mía y quieren vivir, será que me tomaron por rehén y de ahora en mas si yo veo un motivo, ahí tengo que ir por él y hacer algo, será que sin saberlo he metido la pata y desperté mil demonios y no sé cómo callarlos.

Cuando los veo así, enfurecidos, con los ojos llenos de brillos y de sus bocas escupiendo mas motivos, cuando cada uno de ellos me justifica el porqué de su existencia y me llama a gritos, me pregunto si no seré yo que me he perdido...

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Sin motivos

Hay días en que me faltan los motivos.

Son esos días que ya intuyo que nada va a ocurrir, que nada me va a venir a buscar, ni yo saldré corriendo por nada.
En esos días no habrá un cuento dormido entre mis labios, ni oración que me provoque, ni una palabra pegada al paladar, ni una idea que entre a saltarme en la cabeza pidiendo salir.

Ya sé que no habrá canción posible que me tenga atrapada, ni verso, ni geranios colgados de los balcones, ni ventana entreabierta que me haga soñar, sé que no tendré ganas.

Lo mas probable es que las horas se entretengan mirándome desde ese fondo donde siempre se alojan con las manecillas del reloj en prisión y desde allí me maten lentamente sabiendo que son inimputables.
Y mis personajes se muestren indiferentes se queden frente a la tele haciendo zápping y se extrañen de que me de igual.
Y todas las palabras con sus faltas de ortografías enyesadas se me paseen por delante y a mi ni me importe.

Esos días será fácil caminar por cualquier lado, será fácil que la mirada no se me vaya sin permiso y entre a viajar por la cornisa de las casas viejas y por las enredaderas quede extraviada. Esos días mi mirada está en penumbras.
Será fácil que yo no pronuncie palabra y que prefiera estar en soledad, que no escuche el teléfono, que hable banalidades como para salir del paso si alguien me habla y que me entretenga mirando alguna vidriera con los ojos de no ver, porque total mi mirada se quedó pegada detrás de mis ojos y allí es donde hace nidos.

Esos días me gustaría jamás haber escrito, porque cuando me faltan los motivos, cuando me doy cuenta que despues de caminar buscándolos, no los consigo, deseo con el alma volver a casa y que las palabras sigan enyesadas y que los personajes estén dormidos, porque cuando eso pasa, cuando me ven arrancandome la vida esta que tengo y que no domino, cuando me ven convertida en un conflicto, aturdida por tormentas de delirios se les da por salir a buscarme, como si ellos fueran los motivos y tras abrir la puerta me encuentro un montón de rostros convertidos en esclavos míos, en historias sentaditas en hilera ofreciéndose para ser cuentos, en oraciones absolutas y prestas, en palabras sin yeso, palabras curadas, palabras sin jarabes, ni termómetros. Palabras dispuestas a todo, entregadas como chicas fáciles, palabras sin control remoto me esperan detrás de la puerta convencidas de que no sirven para nada en esta casa si yo pierdo los motivos.

"Y allí te espero,
en el momento en que la pluma conoce al papel
en el instante en que mis frases me desnudan"
-Quique Gonzalez-

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Juntas (Bonus track de Asomo)

"Y ¿qué es el amor sino metafísica?"
- Miguel de Unamuno -


Y ahí detrás de esa puerta clavada con estacas se reconocieron la mirada, que ni siquiera era una mirada de ojos, era de luz, eran muchas lucecitas luminosas que se movían todas juntas, así como superfelices de estar tan unidas entre si y mucho mas felices de estar reconociendo otras muchas lucecitas destellantes despues de tanto tiempo de solo ver bruma y sal.

Se palparon las presencias, se auscultaron los sentidos, se dijeron los motivos, enumeraron los inviernos y veranos que pasaron por todos los relojes de esos años, como sólo ellas podían hacerlo.

Se multiplicaron los ojos y las bocas y se prendieron en besos cuadruplicados y en miradas de lupas.

Jugaron a las escondidas.
Se asustaron de no verse, se rieron y giraron como si danzaran.
Se mordieron en los rincones, escapando una de la otra para volver a buscarse.
El vértigo las atrapó tirándose del pasamanos de las escaleras y al caer fue como si cayeran pompas de jabón y explotaban de felicidad como si no tuvieran edad, como si el tiempo recién empezara y el espacio no existiera mas allá de esa casa perdida en un pueblo del oeste completamente abandonado.

Asi, de colores y hechas burbujas se confundieron con un arcoiris al entrar el rayo de luz mayor por la ventana.

Y mezcladas entre si, casi desparramadas de alegría se llenaron como nubes, con esa humedad característica del pueblo, con esa humedad salada típica del lugar, se inflamaron hasta perder el control de sus limites, se fueron elevando despacito como globos y una vez en lo alto del cielorraso se derramaron las dos de una vez por todas, sobre la alfombra de la sala, se quitaron las ganas, se saciaron un hambre voraz y añejo, se desnudaron las esencias y sintieron aromas de maderas y de frutas rojas.

Y desde entonces cuenta la leyenda que en ese pueblo fantasma, donde la bruma hizo un refugio y la sal se quedó con la pintura de los cuadros, dos almas viven sus días robados.

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Asomo (Parte II)



Alma, no entornes tu ventana
al sol feliz de la mañana.
No desesperes,
que el sueño más querido
es el que más nos hiere,
es el que duele más.


Todo se habia ido gastando de a poco, las paredes de los cuartos, el papel de la sala, la pintura en las ventanas, los pisos se habian ido cubriendo de un polvo consistente y las hojas de todos los años se habían acolchado en lo que alguna vez fue un patio. Afuera, las muchas que habían quedado libres, sin ser atrapadas por las verjas corrían escapando del aire caliente o jugando con ella, vaya uno a saber qué sienten las hojas en ese baile interminable con el viento.

De este pueblito de campo habían ido desertando de a poco todos sus habitantes. Los primeros se fueron en masa cuando la inundación tomó por sorpresa la zona habitada, otros se fueron yendo por falta de trabajo, los mas resistentes se quedaron mirándose entre ellos, esperando que el sol secara aquella laguna inmensa que los rodeaba.

Poco a poco se fueron marchando acompasados unos tras otros hasta que llegó la primer muerte. En agosto falleció el panadero y su viuda no quiso seguir amasando harinas con levaduras, había entrado en una abulia interminable y se pasaba el día sentada en un sillón de mimbre esperando la noche. Asi fue que un día la encontraron eternamente dormida y los dejó sin esperanzas de pan.

El dueño del bar y de la despensa de ramos generales, se comió y se bebió todo lo que tenía junto a los pocos que quedaban y una mañana cuando ya no tenía nada en sus estanterías, se subió a su camioneta de repartos, cerró con tranca las puertas de la esquina y tambien se alejó.

La hija de Don Cosme, la solterona de la hostería de paredes amarillas, que estaba frente a la estación de trenes que ya no llegaban, y que tejía en el portal bufandas interminables, una noche huyó con un forastero que habia llegado en busca de hospedaje, le dio todo lo que podía entre unas sábanas amarillas como su casa y el hombre sintió que debía llevarla consigo y así se fue también.

Finalmente el cura se dio cuenta que estaba solo en medio de la nada, que ese calor y esa tierra flotando en el ambiente junto a los bancos vacíos y el silencio golpeándose en las paredes, le recordaron ciertamente el infierno y con mas despesperación que certeza armó un bolso con sus pocas cosas y se fue corriendo por el camino que llevaba a la carretera.

Yo me fui quedando en esta casa, total no necesitaba nada para vivir, me fui acomodando a la media luz de este cuarto, al viento golpeando los postigos, a los pájaros anunciando la tormenta, al sol de fuego del invierno y del verano. Al aire húmedo que viene de las salinas.

Y llevo todos los relojes clavados en mi, con todas sus horas y minutos esperando no sé qué...

Pero esta mañana sentí algo diferente por dentro, esta mañana en el silencio se escuchaban trinos llegando, ese silencio era música para mis oidos, las hojas no se habían dado cuenta pero bailaban valses criollos como el de Rosita y tangos prohibidos en las manos del viento.

En la vereda hubo un revuelo de palomas, que rompieron la mañana quieta y fue cuando vi asomar un alma detrás de la ventana, cruzando hacia mi puerta.

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Asomo (Parte I)



Alma, si tanto te han herido
¿por qué te niegas al olvido?
¿Por qué prefieres llorar lo que has perdido,
buscar lo que has querido,
llamar lo que murió?


-Desde el alma-
(Rosita Melo)


Subí a ese camión de transporte que ni sabía para dónde iba, porque sentí el impulso de hacerlo y en un momento determinado sentí el mismo impulso por bajar y me tiré. Se abría una carretera ardiente ante mi, el camión ya se había ido asi que avancé por ella a la velocidad de la luz, enseguida desemboqué en el pueblo, era evidente que estaba abandonado, los campos que cercaban el caserío estaban cubiertos por una placa de salitre y los pocos pastos que se atrevían a brotar eran amarillos y duros. Las calles estaban desiertas, el sol quemaba sobre la tierra y parecía incendiar el polvo que estaba a punto de fundirse.

Las pocas casas que rellenaban las manzanas estaban muertas de espera, sus ladrillos se habían ido desnudando con el tiempo a fuerza de lluvias copiosas y humedades persistentes, mostraban su desnudéz con descaro, provocando pudor en los ojos que se posaban en ellos. Las ventanas que se habían quedado sorprendidas y abiertas dejaban golpear sus postigos agitados por un aire caliente, que llegaba desde todos los frentes.

Las hojas mezcladas en la calle eran un collage desmesurado y ocre, todas juntas eran barridas al unísono por la cabellera lacia del viento, que a medida que avanzaba la mañana, ponía a hervir todo lo que encontraba a su paso.

Ese caserío mudo se sostenía estéril en medio de la pampa.
Mis ojos eran como una esponja, chupaban para adentro cada detalle, cada vereda rota, cada esquina desencajada, cada puerta en suspenso. Todos los árboles que estaban a merced de ese viento eterno llovían sobre mi su vida.

En absoluta calma estaba, cuando en la casa de la mitad de cuadra, donde el sol había pasado de largo, asustado por esas paredes corroídas y los árboles pelados aun se las ingeniaban para cobijar una ventana podrida, vi asomar un alma.

Yo que a esa altura no era mas que eso, comprendí porqué estaba allí, entendí el sentido -hasta ahora absurdo- de mis pasos en vuelo. Me adelanté un poco y atravesé la puerta que sin moverse del lugar, me dejó paso.

(Continúa, cuando lo deseen...)

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