La Cumbrecita




"Volveré a los sitios donde nunca he estado
como vuelvo siempre al punto de partida
vendo corazones de segunda mano
y unas zapatillas para huir se prisa
con la conciencia tranquila
con la rabia precisa
miro a todos lados"
-Quique Gonzalez-


Camino de los Grandes Lagos y Comechingones, por una interminable y estresante cantidad de carreteras que jamás podré recordar se llega a una zona de sierras y valles en la provincia de Córdoba. Allí entre caudalosos ríos y lagos enormes rodeados de pinos el camino sinuoso te va llevando a un sitio encantado, que tiene mucho de las tradiciones centroeuropeas mezcladas con el toque autóctono.





Por la ladera oriental del cerro Champaquí se encuentra La Cumbrecita y subiendo por un sendero de ripio donde los colores del paisaje transitan entre el verde intenso de los pinos, los rojos de los grataegus, los amarillos de las retamas extrañamente florecidas, todos ellos pegados a las piedras te dejan ver una postal de colores inmejorable. Y el cielo que se va volviendo cada vez mas cercano te desparrama pájaros que huyen desparramandose en abanicos al ver interrumpida su tranquilidad por el motor de un auto, por un rato toda esa imagen te deja en paz con la vida, sin embargo pienso que en la otra cara del mundo hay guerra y se hace un nudo en mi garganta, algo pierde sentido dentro mío y quedo colgada de eso que duele y que escarba por debajo de mi piel como una amenaza.



Llegamos a La Cumbrecita es el unico pueblo peatonal de la Argentina, y tiene como objetivo principal la preservación, el mejoramiento y el cuidado de su medio ambiente.
Se nota ese cuidado en la abundancia de especies dándole color y aroma al lugar.
En este pueblo abunda belleza natural y los ojos se te van volviendo como compuertas gigantes que quieren tragar todo lo que ven y fotografiar cada imagen.


Trepar hasta la cabaña, ver que es soñada y calentita y salir corriendo con algunas mochilas y muchas ganas de recorrer, no ir por los lugares comunes por donde va todo el turismo y saltar el río entre las piedras para buscar un atajo y subri mas rápido fue desición de todos. Y allí fuimos tras las huellas de un sendero improvisado por otros con la misma urgencia que nosotros.

En plena subida estábamos cuando me detengo a sacar una foto y miro el horizonte y no distingo si es una chimenea o humo lo que se ve, a los pocos minutos se escucha con intensidad rompiendo ese silencio ancestral, la sirena de los bomberos y vuelvo a mirar y a fotografiar y era evidentemente un incendio, allí desde las alturas contemplamos por primera vez un incendio forestal de gran magnitud.



Indiferencia, malicia, mal uso de la naturaleza, mala educación, calor, sequías, descuido...

Quien lo sabe, lo cierto es que ardió todo el día un bosque de pinos que pocas horas antes me habian dejado ver esa delicia que narré al principio.

Soportando la ansiedad de que eso siguiera creciendo pasé el resto de las horas y luego poco a poco volví a la normalidad, a las exursiones sin guías, a los caminos estrechos -donde los tuve presentes- a las fotos para escribir algo sobre eso que vi, a las flores silvestres y sus ramitos en mis manos, a los pies rotos, a quedarme horas mirando hasta desaparecer, a sufrir por falta de conexión, a tomar cerveza hasta casi perder el control, a dormir al sol y escuchar los murmullos del agua que cae en cascadas.

Y despertarte una mañana para volver y que el cielo te deje de regalo un sol redondo, que brota como una pompa de jabón naranja en un horizonte todavía dormido.



Nó sé cómo decir que toda esta belleza, dentro mío hace un gran ruido, cuando he vivido estos días partida al medio entre mi realidad y la que me dejaban los diarios de ver tanta gente sufriendo.
Hay cierto quiebre en mí, que no logro enmendar.

Y me dejo llevar por una carretera poblada hasta el delirio, por unas nubes que viajan sobre el auto y lo llevan derechito a Buenos Aires, pongo un CD de Quique y escucho esta canción, justo esta canción...

"La carretera desemboca en el puerto

donde te esperan los viejos amigos

siempre hay un barco encallado en la arena

tras miles de caminos imposibles"

-Quique Gonzlalez-


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De regreso.

La ciudad del viento tiene de todo para ser el paraíso terrenal, pero a que no saben qué le falta???

¡¡¡¡INTERNET!!!!

Una vez allí, luego de no sé cuantas horas de viaje por una ruta endemoniada donde se habian caído todos los autos, camiones, ómnibus y maquinarias agrícolas que puedan imaginarse, llegamos al punto deseado, solo había que hacer 35 km. de ripio, internándose en la montaña, qué felicidad ya faltaba poco para llegar a la ciudad del viento, de los copitos de nieve, de los días mas fríos, ya nomás comenzar a subir nos dimos cuenta que de frío nada y de nieve ni hablar, y el viento era una brisa suave con perfume de retamas en flor.

Instalados en la cabaña que tenía una vista preciosa, nos fuimos a recorrer los laberintos deliciosos que te ofrece el pueblo y despues de subir y bajar por senderos propios de gente con piernas especiales -allí durante el año estoy convencida que vive gente diferente, poseedores piernas con resortes o algo así, que se esconden de los turistas y nos miran detrás de las ventanas muertos de risas, cómo vamos y venimos con la lengua afuera, arrastrándonos por el pueblito, que les dije que solo se puede andar a pie.

Al regresar venía pensando en conectarme y contarles algo de esa delicia y para mi horror no había ni conexión en las cabañas y tampoco existía algun ciber que me diera la posibilidad de acceder por un rato aunque sea.

Implosión profunda, si las hay.

Luego llegamos a la conclusión que era todo mas que hermoso, pero no podemos vivir sin internet, así que lo descartamos como refugio y como era solo por unos días, nos relajamos y disfrutamos de lo que sí habia en abundancia.

Ya les contaré mejor, ahora este post es solo para decirles que he regresado, que por supuesto no los he olvidado en estos días, que venir y encontrar todos estos mensajes me han hecho dibujar la sonrisa mas grande que puedan imaginarse, que yo tambien los he extrañado mucho y que la ciudad del viento -a falta de internet- tenía una característica especial, solía traer ráfagas de palabras volando y esas palabras tenían sus nombres.

¿Hace falta que les diga cuánto los quiero?

Pato.

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Me voy por unos días


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Me voy a la ciudad del viento, unos días de aire sin contaminar, días para estar mas cerca del cielo, días mas fríos tambien, días para escalar montañas y para perderme en horizontes quebrados.

Días de reencuentro en una ciudad con viento, con copitos de nieve, con un río al costado que deja bajar un agua helada y que hace cascadas caprichosas con las piedras que se le cruzan, una ciudad donde no entran los autos, no hay lugar para ellos, sólo podés entrar a pie y de ahí en mas, será cuestión de caminar por donde sea, hasta pedir piedad o tirarte a la vera de alguna de esas callecitas estrechas y empinadas a esperar que las ganas de seguir regresen, un sitio donde los aromas transitan entre el olor dulce del chocolate caliente, el dulce de zarzamora y las parrillas asando diversas carnes de la zona.
Una ciudad encantada sin dudas, para que abrigue mis ganas de irme de aquí por un tiempo, para que me abrace al llegar y me tenga con los ojos de cámara fotográfica y el alma inquieta.


LA CIUDAD DEL VIENTO

Hay una calle que lleva tu nombre
en la ciudad del viento
después de tanto tiempo
me harté de esperartey se cayó el letrero.
Fin de temporada
para todos los amantes de lo ajeno
todos los teléfonos que esperan tu llamada
están ardiendo.

Soy veraneante accidental
en la ciudad del viento
subo la montaña que se oculta tras el vuelo de tu falda.
Tengo en la memoria la estructura de los labios incorrectos
y otra de las formas que aparecen en los mapas que dibujas
cuando te desnudas...

En todos los lugares te encuentro
en todos los lugares me siento un habitante más
en la ciudad del viento.

Hay una calle que lleva tu nombre
pero no me acuerdo
después de aquél invierno
traté de encontrarte en los cafés del puerto.

Fin de temporada
para los cantantes y los camareros
doblan las campanas
y las caravanas
salieron del pueblo.

En todos los lugares te encuentro
en todos los lugares me siento un habitante más
en la ciudad del viento...

Días en los que tambien voy a extrañarlos y en los que acumularé cosas por contar.
Días, solo un puñado de días para volver a estar con ustedes.
Nos vemos a mi regreso y los dejo en companía de uno de mis músicos favoritos Quique González, con este tema que lo dice todo.

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La melancolía en mi.

"Viene a mí, avanza,
viene tan despacio,
viene en una danza
leve en el espacio.

Oh melancolía, amante dichosa,
siempre me arrebata tu placer."

-Oh melancolía- (Silvio Rodríguez)

Soy una persona con tendencia a la melancolía y en contrapartida tengo un gran sentido del humor, en medio de una contemplación que me está dejando parada en un lugar inevitablemente triste, soy capáz de encontrar algo gracioso o interesante para rescatar y de eso me agarro para no seguir cayendo.

Si a mi mirada se le ocurre quedarse atrapada en la ventana de un café, mirando pasar piernas a contramano, caras hostigadas, sombrías miradas, nocturnas almohadas pegadas en la nuca, tapados en sus perchas óseas, apurados a sus rutinas, yo bordeando esas vidas comunes -parecidas a la mía- siempre descubro al que se tropieza con una valdosa floja y enchastra a la señora de elegante sport que venía de gris perla y pasa a ser gris fango. Y me invento una historia de amor entre ellos, una historia que nace en el barro y termina en el cielo de una ciudad perdida.

Si estoy tirada en el banco de una plaza, cuando quiero acordar me fui a sentar al lado del viejo jubilado que está mirando el piso y me da por preguntarle por dónde se le perdió la mirada, si con ella está cavando un pozo para buscarla, si necesita una ayuda de mis manos para encontrarla y como generalmente las personas no entienden las preguntas en las miradas de los desconocidos, me callo y no digo nada, pero para no morir de soldedad le invento una respuesta a esa pregunta que me hago y me encuentro con un viejo que estaba buscando su infancia entre el polvo que sus ojos escarvaban. Y en esa infancia seguro encuentro a mi viejo con sus zapatillas rotas en la punta que siempre me contaba, con su pelota de trapo hecha con sus propias manos, con su camiseta de Boca transpirada, con su facilidad para el gol que me hacía tan feliz y me quedo escribiendo en mis adentros esas letras que me devuelven con la nostalgia renovada.

Si la melancolía me invade sin previo aviso, puede ser en una reunión donde todos hablan de cosas importantes y a mi de eso no me importa nada, puede que me quede callada, que la política y la economía me resbalen, que no me de por intervenir en temas de alto compromiso social, porque me quedé pensando en la gente inmediata que sufre esos planes, en esas caras que yo conozco con sus voces y sus giros idiomáticos que no tienen nada de porteños, puede que no quiera pensar en lo importante porque estoy pensando en esas miradas de hambre, de sueño y me quede callada y no pueda enarbolarme con la bandera de la lucha, porque no es lo que me sale, me sale venir y escribir con sangre, con sal, con agua estancada de esas orillas donde malviven.
Imaginando sus pasos en veredas estrechas, transportando porquería en esas suelas infectadas de los charcos, de las aguas servidas a cada rato.
Y entre tanto asco algo dentro mío me dice que aun existe un milagro y me da por dibujarlo, en alguna mirada que recuerde, en alguna voz que se me quedó sonando, en alguna esperanza regalada que encuentre flotando y mi melancolía se tiñe de sonrisa cuando estoy al borde del llanto, como si con eso hiciera algo, como si en algun lugar del alma ellos se sintieran tocados.

Si una canción me asalta, me envuelve, me atraviesa y me deja inmóvil ya sé que seré presa de ella lo que dure y mas. Iré tras ella, la haré mía, la recorreré, la treparé de punta a rabo, la cantaré por las mañanas y la soñaré cuando duerma, y cuando camine por las calles irá conmigo caminando, pero si me viene con ella un ataque de melancolía tendré que hacer algo, porque es la manera de curarme de ella, de esa enfermedad que provocan en mi las canciones que me gustan, esa dulce prisión de letra y canto.
Y la manera que he encontrado de curarme ha sido un válsamo, porque me libero de esa nube melanco que se adentra en mis espantos y sale mejor que cuando ha entrado, porque con esa manía mía de querer salvarlo todo del quebranto, la transformo y la rescato por mi bien, para poder seguir respirando.
Y a veces me salen cuentos y otras poemas que guardo o papeles borroneados que se quedan en la mesa hasta que un día los hago un bollo y los tiro sin lamentarlo, porque no eran para ser vueltos a leer, solo fueron medicinas que usé para curarmem un rato.

Si un poema, una frase, un libro, un relato, un cuento que leo me deja estaqueada, ya sé que sobreviene el desantre, porque ahi estaré con mi lupa imaginaria viendolo nacer, vivir y morir en mi. Lo partiré en gajos, me haré preguntas, buscaré respuestas ahí mismo entre los gajos, masticaré esos gajos con una lentitud impropia en mi, les tomaré el sabor y la dulzura o la crueldad se adueñará de mi mirada y será entonces cuando vuelva a releer cada estrofa, cada palabra, cada página, cada oración hasta que dencate dentro mío y yo no sea la de antes de leer, sea una mujer nueva, recien inventada, con un nuevo ingrediente, otro matiz, mas vida para mi vida, seré una mujer de estreno rescatándome de la agonía de los días sin letras encontradas. Pero si sobreviene la melancolía, la lucha y el rescate son doblemente severos, tendré que hacer esfuerzos para no colgarme de alguna palabra o apuñalarme con ella, tendré que evitar los análisis profundos para no salir corriendo como Alfonsina y perderme en el mar, tendré que dejar de sumar ausencias letales a la melancolía y encontrar algo demorado, algo que no llegó a ese punto de fusión entre lo que el autor quiso decir y lo que mis ojos, mis manos, mi piel, mi alma interpretaron. Lo que sucede es que a veces no llego a encontrar eso que me detenga antes del encanto fatal y quedo en un estadío de contemplación, en un limbo propio y es entonces que me encuentro con preguntas que vienen desde fondos corporizados y que me dicen ¿en qué estás pensando?

Estoy pensando en eso de mi melancolía, cómo explicar por donde viajo, en qué carro de nubes me fui volando, cuando mi deber era estar acá abajo.

Y en vos la melancolía cómo es?

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La marioneta que quería amar.

Este cuento es el resultado de una propuesta originada en el blog de Bito http://eccehomoblog.blogspot.com/ en la cual quise participar, la idea es que el eje temático del cuento gire en torno a las palabras SACRIFICIO Y MARIONETA, este es mi resultado.


"No hay nostalgia peor
que añorar lo que nunca jamás existió"

- Joaquín Sabina-

Habían nacido casi al mismo tiempo, habían aprendido a caminar por esas calles lúgubres y temerarias de la noche sin miedo alguno, habían aprendido el lunfardo de pequeños y se habían mezclado con cuchilleros y vendedores de merca sin perder el rumbo, los dos habían pasado hambre juntos, habían cantado tangos hasta el amanecer en las esquinas y hasta se habían puesto en curda los dos infinidad de noches.
Habían aprendido de a dos la soledad, el frío de las mañanas a medias, los mates en silencio, la miseria del miedo a amar, sobre todo eso, el tremendo miedo al amor que el Flaco tenía desde purrete,
Ese terror a las mujeres le venía desde el principio de la vida, cuando su madre lo dejó tirado por ahí, con un muñequito de trapo, del que jamás se separó.

Y así habian crecido huérfanos de todo, menos de ellos.

Los dos uniformados con un traje negro a rayas, una corbata roja y un funyi ladeado en la cabeza se paraban en cualquier esquina del lado viejo de la ciudad y desarmaban turistas con sus encantos.
Esa había sido la vida de los dos inseparables, vivían en un escenario de cartón hecho sobre una maleta todo lo que la vida les negaba a diario.
Pero un buen día a la marioneta se le dio por volverse triste y por mas que el Flaco se esforzara con sus chistes y sus historias de borrachos, la marioneta no repuntaba.
Salía a escena con una sonrisa quebrada y a poco andar se la notaba cansada.

El Flaco esperó un tiempo razonable y viendo que la marioneta seguia atravesada por la melancolía le preguntó los motivos y ella le contestó que queria conocer el amor, que quería enamorarse y entender el dolor de los tangos que cantaba, que estaba podrido de desgarrase en escena sin saber cuanto dolía un desamor, que estaba harto de inventarse alegrías descoloridas y dolores ficticios.

El Flaco se quedó sin palabras, sin soluciones y decidió sacrificarla. Tan grande era su miedo al amor que decidió ponerle fin a su amigo de toda la vida -antes muerto, que enamorado- pensó.

Una de esas noches donde la cabeza le quemaba imaginando el sacrificio y luego de un show bastante pobre, se sentó sobre la maleta donde guardaba prolijamente a su amigo, lo apoyó sobre sus piernas y lloró sobre él todas sus lágrimas mirando sus manos llenas de cueldad, esas manos que le habian dado vida tanto tiempo, iban a darle muerte y con una navaja le cortó todos los hilos creyendo que asi lo mataba, pero la marioneta desesperada y aferrada a esa vida gris y sin sentido que llevaba, le quitó la navaja y agarrada con fuerza a esas ganas de amar que tenía, le abrió el pecho y le arrancó el corazón púrpura sin estreno que tenía el Flaco y se lo puso en su pecho de trapo, lo cosió con los hilos que quedaban desparramados por el suelo, metió en la maleta el cuerpo sin vida de su amigo y se fue caminando por esas calles angostas, tapizadas de adoquines que tan bonita hacen esa parte de la ciudad.

Amanecia en el sur, un canillita anunciaba que Boca se quedaba con el campeonato, los bares olían a cafés y mediaslunas, se escuchaba el eco de las voces adormecidas despertando, por las veredas angostas de San Telmo, caminaba un flaco con un andar destartalado y arrastrando una maleta, llevaba una sonrisa de jazmines en los labios y un corazón ilusionado.

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Gira virtual por la paz y los niños.



"La paz no es una realidad, pero no es un imposible, no hagamos una realidad de lo que no es, ni de lo que podría ser una imposibilidad futura, no hipotequemos el poder creer para comprar resignación y espera.



Los adultos de hoy TENEMOS LA IMPOSTERGABLE OBLIGACIÓN de convertirnos en los niños de ayer para recuperar la inocencia de soñar y construir con ella el mañana de nuestros hijos HOY.

HIJOS DE TODOS, todos y cada uno de ellos, de todos y cada uno de nosotros, sobre toda raza, color y credo, sobre toda nacionalidad, sobre toda condición social, sobre lo propio y lo ajeno.

LOS NIÑOS SON NUESTRA MÁS GRANDE ESPERANZA, no hacer nada al respecto es darle la bienvenida a permanecer esperando la muerte en vez de luchar por la vida, es dejarse estar abandonado a la suerte de que tal vez y solo tal vez, llame a la puerta del vecino la próxima desgracia.


Es importante que hablemos de esto, que no nos quedemos callados, en estos días se ha empezado una campaña para difundir la idea de hacer algo por los niños. Espero que tu querido lector, te sientas impulsado a colaborar con tu parte.


La importancia de los niños, víctimas en esto tiempos del hambre, de la miseria material y espíritual, del abandono, obligados a enfrentarse a un futuro oscuro que poco o nada tiene que ofrecer. Es hora que se haga algo por ellos, es hora de levantar la voz y no olvidarnos que la verdadera y única revolución es la educativa.


Tan simple como levantar la voz, como solidarizarte y utilizar tu espacio para expresar lo importante que es la niñez para el mundo. Piensa un poco, hijos de la guerra, hijos del hambre, hijos de la desesperanza. Debemos hacer algo por ello. Es sumamente necesario.

Basta con abrir la boca y gritar, y decir todos somos niños y merecemos algo mejor que esta insensata realidad que nos construyen día a día esos adultos animalizados que se han olvidado por completo de sus niños.

ESTE VIDEO ES UNA ALTERNATIVA PARA QUE TE HAGAS PARTE DE ESTA CAMPAÑA. PERO SI QUIERES ELEVAR TU PROPIA VOZ, ADELANTE. LO IMPORTANTE ES HACERLO, LEVANTARSE Y UNIRSE A LA CAMPAÑA.
http://www.youtube.com/watch?v=dqCiKiEAYYk

Para tomar el video y pegarlo en sus respectivos espacios en la web acceder al siguiente link y copiar a la derecha de su monitor el html correspondiente.

YO NO HE CREIDO NUNCA EN LAS CADENAS, PERO SI CREO EN UNIR LAS VOCES EN UN SOLO GRITO, RESPETANDO LA INDIVIDUALIDAD Y LA DIFERENCIA. ESTE ES MI GRITO POR LOS NIÑOS, ESTE ES MI GRITO QUE NO SE OLVIDA QUE SIGO SIENDO UN NIÑO Y QUE ES QUIZA ESO LO UNICO QUE ME SALVA. UNETE A LA CAMPAÑA, UNETE AL GRITO. LEVANTA TU VOZ."

-JOSÉ ANTONIO GALLOSO-

He tomado este post de José Antonio Galloso porque he querido hacerme eco de esta campaña, quien quiera tomar la posta puede seguir con esta cadena.

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La mujer mas hermosa de la República.


Felicitas Guerrero era la mujer mas bella en la Argentina de 1862 y la mas pretendida por los jóvenes casaderos, pero con 15 años su padre la entrega en matrimonio a pesar de la negativa de la jóven al hombre mas rico del país, Martín de Alzaga que tenía en ese momento 60 años.

Se realiza una fiesta donde está invitada toda la alta sociedad de Buenos Aires, en la fiesta se encuentra Enrique Ocampo un muchacho que amaba en secreto a Felicitas.
El matrimonio con Álzaga no es feliz, pero con el nacimiento del primer hijo ella encuentra un refugio en el cuidado y crianza de ese niño. El mismo al cumplir los seis años muere victima de la fiebre amarillla que azotaba a Buenos Aires en esa época. Felicitas vuelve a quedar embarazada y la pareja cree encontrar la felicidad que le habia sido negada, pero a pocos días del nacimiento del segundo hijo éste muere y en dos semanas tambien muere su marido que ya era un anciano y no resiste tanto dolor.

Felicitas con 26 años se convierte en la viuda mas desada del Río de la Plata por su belleza y su fortuna, entran a desfilar enamorados queriendo conquistar su corazón, pero ella se enamora perdidamente de Samuel Saenz Valiente y deciden casarse rápidamente.

Enrique Ocampo preso de celos y decidido a no dejar escapar por segunda vez a la mujer que amaba se dirige a la casa de ella y luego de confesarle su amor y recriminar la actitud de ella de que se casaba con otro, en vez de casarse con él que hacia años la esperaba, le dispara por la espalda y cuando toma conciencia de lo que acababa de hacer, se dispara al corazón y se mata.

Ella agoniza durante tres días y fallece el 30 de enero de 1872.

En el lugar del crímen sus padres contruyen una capilla en su memoria, que queda en el corazón de Barracas y en la que jamás nadie ha querido casarse. Cuenta el mito popular que años mas tarde, al iniciarse la restauración del templo, estaban caídas simétricamente las cinco alas derechas de los ángeles de mampostería que hay en la entrada -Felicitas había sido herida de muerte en el costado derecho de su espalda- y cuando el arquitecto restaurador talló las alas siguiendo la escala original y las colocó, sonaron inexplicablemente las pesadas campanas. Cuentan tambien los vecinos del lugar que han visto su fantasma llorar y caminar tras las rejas de la capilla, es allí donde le dejan pañuelos atados quienes van a visitarla.

A pocos metros la tumba de Felicitas en el cementerio de la Recoleta se encuentra latumba de Enrique Ocampo, su asesino, que descansa en paz o la persigue por las noches, quien puede saberlo...

Y estas han sido dos de las historias mas dramáticas y curiosas de mi paseo por el cementerio de la Recoleta.

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La mujer que murió dos veces.

Estos días en los que fui turista, algunas cosas llamaron profundamente mi curiosidad y quiero compartirlas con ustedes.

El Cementerio de la Recoleta es un museo al aire libre y si te detenés en algunas tumbas, te ponés a mirar la gente a tu alrededor y todo lo que movilizan esas vidas que ya fueron, te das cuenta que aun despues de la muerte algunas personas generan sensaciones en los demás.
Y lo que provoca en los demás es lo que me llama la atención, eso que tambien provoca en mi, esa atención serena, como si me frenaran el impluso de seguir de largo, ese mirar pausado de tanta gente en silencio, con su cámara de fotos como gran compañía, ese caminar pausado entre las calles de una ciudad de muertos, las flores amarillas y esas voces que se escuchan con ecos y las historias.

Esta es la historia de la mujer que murió dos veces.

Rufina Cambacéres era dueña de una gran belleza entre las damas de la nobleza porteña, cumplía 19 años y su madre le habia organizado una fiesta y luego irían al Colón a escuchar música. La noche del 31 de mayo de 1902 estaba preparándose para ir al teatro cuando perdió el sentido sobre su cama. Los médicos que la revisaron dijeron que estaba muerta; esa noche llevaron su ataúd a la cripta familiar en la Recoleta y la dejaron allí.

A partir de este acontecimiento dos historias se tejieron, porque a los pocos días de su muerte, encontraron su féretro derribado y al abrir el cajón la vieron toda arañada y con moretones que evidenciaban su desesperaciòn por salir de allí.

Las dos historias que se cuentan tienen que ver con un desengaño de amor.
La primera es que tuvo un ataque de catalepsia, enfermedad que apaga todos los signos vitales y los médicos no pudieron diferenciar ese estado del de la muerte, de modo que fue enterrada viva y al despertar murió ahogada. Esto pudo originarse luego de que una amiga le confesara esa misma noche, mientras se preparaban para ir al teatro que su novio y su madre eran amantes.

La otra historia creo que es peor, porque inmiscuye a Doña Luisa -su madre- como partícipe de lo que luego sobrevino en desgracia. Esta versión dice que la madre de Rufina era amante del novio de la hija, y que todas las noches le daba un somnífero para estar a solas con el muchacho sin que la joven los viera. Esa noche la madre le dio una sobredosis, que le produjo un sueño superior al normal, de modo que la enterraron vida y cuando despertó murió asfixiada en el ataúd. Este jóven era nuestro ex presidente Hipólito Yrigoyen, con quien Luisa despues se casó y tuvo un hijo.

Sea cual fuere la verdadera historia, el monumento de art noveau que señala el lugar de la tumba de Rufina es uno de los mas bonitos, porque representa a la jóven tomando el picaporte de la cripta como si pudiera salir, es una forma de concederle ese deseo desesperado que debió sentir aquella fatídica noche.

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El arte de romper con lo imprescindible.

"Gualicho de olvidar
apretado en las manos
Las despedidas son
de esos dolores dulces"

-Gualicho- (Redonditos de Ricota)


Tanto por contar, tantas horas que se han quedado guardadas en mi costado izquierdo, tantas risas esperando dar flores, tantas palabras escondidas que se escaparon de sus rincones para ser dichas, tanto abrazo cansado de aguantarse las ganas, tantas lagrimas mezcladas con rimmel y ahora solo puedo empezar por el andén.

Un andén del que siempre me quedo colgada, detrás de unas barreras de agua salada. Y todo lo vivido tal vez salga después, pero en este momento solo puedo estar aquí, en el punto final que tienen todos los encuentros. Otro día quizás se me renueve la memoria y me pinten otras cosas, hoy no puedo.

Sin embargo no estoy triste, estoy repleta de estos días que adoré vivir y que tal vez pueda sacar de mi en algun momento para contarles algo.
Ahora lo que tengo entre las manos es un papelito que se ha quedado arrugado al lado de mi ordenador, es una frase que dejaré a continuación de Enrique Vila Matas (El viaje infernal) y que nos tuvo trenzadas a mi prima y a mi en una discusión interminable, de las que solemos tener nosotras y ahora que ya solo queda el papelito con su letra, borroneado sobre el escritorio, he vuelto a leerlo y me he quedado pensando...

"Quizás la mayor preparación para sobrellevar la vida, fuera aprender el arte de romper con todo lo que nos resulta atractivo o nos parece imprescindible...convertirse en un perito de las despedidas"

A esta altura de mi vida y con tantas despedidas en mi haber, creo que si bien no soy un perito, me le aproximo bastante, pero es que no me resigno a seguir perdiendo a nadie, y llegado el momento de la despedida siento dentro mío fluir cierta rebeldía, que disimulo bastante bien y escondo bajo el sweater porque me da muchisimo pudor, pero si me dejo dominar por la niña que se retuerce de dolor por dentro, termino llorando sin consuelo.

Esta mañana no estaba de acuerdo con lo dicho por Vila Matas y ahora luego de leerla un par de veces y de pensarla desde otro punto de vista, creo que tiene razón, que yo no pueda alcanzar ese tipo de arte solo habla de una imposibilidad mas de las tantas que tengo, pero estaría bárbaro poder cortar con aquellas cosas que creemos imprescindibles, sería tan fácil la vida, incluso las despedidas dejarían de doler del modo que duelen, porque si fueramos capaces de vivir la vida con la misma felicidad o sentirnos tan completos con esa persona en su presencia como en su ausencia, en mi caso se solucionaría este insufrible destino de andén que tengo.

De momento creo que voy a seguir siendo una autodidacta de las despedidas, que ser perito me queda grande, no estoy preparada para romper con aquello que me hace felíz, de manera que seguiré sobrellevando la vida como puedo, algunos días serán mas afables y otros me rendiré ante la nostalgia como de costumbre.

¿Ustedes han aprendido el arte de romper con lo imprescindible? ¿O serán como yo que tan solo sobrevivo?

Que no es poco...

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Paréntesis.

Queridos amigos y amigas:

Voy a hacer un paréntesis por unos días porque la vida le trajo a mi destino de andén de regalo a mi prima de Barcelona, se acuerdan que les hablé de ella, que la adoro tanto y vivo extrañándola, bueno resulta que está aquí desde ayer y para mi felicidad se quedará unos días en mi casa, asi que les pido sepan entender este momento y no los abandono por completo, me daré alguna que otra vuelta porque no puedo con mi genio...

Besos los quiero mucho.

Patricia.

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Se cortó solo.

"No señor, no hay nada peor.
Qué hay peor que un desamor,
que me trates como a un perro.
No señor, no hay nada peor.
Pero qué te he hecho yo,
si es que no te pido nada,
tan siquiera una mirada.
¡Pero qué maldita eres!"


Todos los días, despues que se terminaba su jornada de trabajo abrumado por la rutina, de regreso a su casa paraba en un barcito que había encontrado en una calle cortada y se dejaba tentar por una mujer que trabajaba allí de camarera. Creo que él se había enamorado de ella porque era la ultima en irse, porque la veía pasar todo el tiempo contoneándose, por su sonrisa eterna, porque era gentil y simpática con los clientes, porque una vez lo miró a los ojos y él sintió que se le aflojaban las piernas.
Desde ese gran descubrimiento que había hecho sus pies aprendieron el trayecto de la felicidad.
Así fue durante un tiempo, hasta que la ilusión comenzó a desvanecerse y sintió que no podía seguir esperando nada, porque ella lo ignoraba.

Igual sus pasos lo llevaban sin prisa hacia allí, incluso contra su voluntad. Un día supuso que eran sus botas quienes habían aprendido ese trayecto y en un intento de huida cambió su calzado y con botas o sin ellas al salir del subte sus pies se dirigían a ese bar donde tarde a tarde ella se colgaba su delantal de camarera y encendía su mirada.

Sus pies eran los que habían aprendido el camino y quiso renegar de ellos por un tiempo, porque ella no le prestaba atención y se sentía un pordiosero de amor.

De manera que una noche al regresar a su casa, no pudo contener su bronca y se cortó los pies con piernas y todo, las dejó en algún lugar para no mirarlas retorcerse de dolor, y sin salir a la televisión para contar su tragedia, sin llorar ante cámaras se acostó a dormir sin ellas.
Esa noche durmió mas tranquilo y amaneció esperanzado.

Al salir tuvo una sensación de alivio que hacía tiempo no tenía, estaba seguro ademas de que iba a poder sortear todas las dificultades que se le iban a presentar por el hecho de no tener mas piernas, pero al menos a la salida de su trabajo se iba a dar el gusto de no correr a ese bar que era su perdición.

Y pasó luciendo una sonrisa nueva ante sus vecinos que respondían inclinándose.

Esa jornada fue espléndida, mientras trabajaba se sentía conforme con la desición tomada, estaba mas bajo que el resto de sus compañeros y el piso era frío, pero estaba seguro de que había sido lo mejor. Se había quitado las ganas en esas piernas absurdas y retorcidas.

Al salir la sonrisa le duraba, se arrastró hasta el subte y pudo comprobar que nadie le cedía el asiento como esperaba que podía suceder, pero no le importó, todo sucio y pisoteado llegó a la esquina, ahora se daría el lujo de doblar en sentido contrario y darse vuelta.
Craso error, su cuerpo en plena carrera se arrastraba entre los charcos que acababa de dejar la lluvia, su panza se aferraba a cada baldosa y las manos con sus uñas y sus dientes metían toda la fuerza de la que eran capaces.

Así hasta estar frente a la puerta del bar y con cierta compostura, y con el escaso decoro que le quedaba se sacudió lo que pudo y entró, casi sin ser visto, se filtró entre las mesas. Como pudo escaló a la mesa mas lejana y desde allí se puso a contemplarla, nada mas que eso y le volvió la tranquilidad a su mitad apoltronada.

Si ella no lo veía antes, menos lo iba a ver sin sus piernas, casi sin llegar a la mesa, con su cabecita asomando.
Era la camarera mas inconmovible del mundo y estaba en ese bar de la calle cortada, como sus piernas.

Entrada la noche se fue mas a la rastra de lo que había entrado y al llegar a su casa, se cortó esa parte que le retumbaba en su centro, se cortó sus deseos y los tiró a la basura, llorando como un loco abandonado.
Despues de mirar la imprudencia que había cometido y de golpearse la cabeza contra la pared, se dijo a si mismo que era lo mejor, ahora iba a vivir tranquilo, sin urgencias, sin premuras, sin esperas, sin magia, sin sexo, pero le quedaban muchas mas cosas en la vida y se acostó a dormir.
Esa noche si que durmió en paz, ni pesadillas, ni sueños eróticos, ni nada.
Así desde esa nada que abundaba se levantó a la mañana y como cada vez tardaba menos en vestirse, cada vez le sobraba mas tiempo, vio el lado positivo y se puso la sonrisa mas grande que pudo y como siempre saludó a sus vecinos, que no entendían la manía que tenía este hombre de ir cortándose en partes, pero como era tan amable lo seguían saludando igual y no le preguntaban nada.

Esa mañana en el trabajo estuvo con todas las pilas y a la tarde estaba mas seguro que nunca que su vida iba a dar un giro, que había encontrado la solución. Al salir rodó hasta el subte y con el corazón en la garganta saltándole sin parar llegó a la famosa esquina, allí ocurrió el desastre, porque sin siquiera pensarlo dos veces, se trepó a un chico que pasaba en bicicleta y se dejó caer como una pelota en el bar de siempre.

Ella estaba con la mirada perdida y ni lo vio entrar, ni lo vio sentarse en la mesa del fondo, es mas ni lo atendió.

Estaba tan hecho pelota que cuando salió del bar se coló entre los pies de unos muchachos que pasaban y creyeron que era una pelota de verdad, de modo que lo fueron pateando hasta que lo dejaron tirado y con dolor en todos los lados que le quedaban todavía, como pudo rodó hasta su casa.

Al llegar, era tardisimo pero igual tuvo tiempo de cortarse la cabeza, porque era ella la que lo hacía ir hasta allí sin parar, era esa cabeza necia que tenía, obtusa y caprichosa a la que daría fin de un hachazo y eso fue lo que hizo -más para la basura- pensó su cabeza, que testaruda como era, cortada y todo seguía pensando.

Lo unico que le quedaba era un corazón con dos bracitos asustados, temerosos del destino que le darían sus propias manos.
Esa noche fue fatal, porque el corazón no encontraba postura en la cama, se pasó la noche en vela haciéndose el dormido y esperando que las manotas en un ataque de locura lo arrancaran y fuera él tambien a parar a la basura y por su lado las manos se revolvían entre ellas, muertas del espanto que les causaba tener que arrancar a ese corazón con el que habían nacido.
Ellas no durmieron esa noche y tampoco fueron capaces de hacer nada mas que tener los ojos como platos hasta que llegó la mañana.

Ya con el sol alto salió lo que quedaba para el trabajo, sin saludar a nadie, sin que nada importe demasiado, juntos y rotos corazón y manos se soportaron las ganas de asesinarse todo el día y al salir del trabajo no opusieron resistencia alguna, se fueron a los manotazos para el bar, total despues las manos iban y arrancaban al corazón que tambien iría a parar a la basura y ellas se colgaban de algún pasamanos a esperar la muerte ahí, como secándose al sol.

Cuando entraron al bar, el corazón casi es aplastado por la camarera que venía cargada de tragos y se cayó sobre él sin poder evitar pisarlo, era lo que le faltaba, el desastre terminó con el corazón con un taco aguja clavado como una flecha y bañado por una serie de bebidas y ella sólo atinó a pedirle mil disculpas por los problemas causados y él la miraba todo corazón atravesado. Creo que fue en ese momento en que ella lo vio por primera vez y con una suavidad extrema le quitó el taco que lo lastimaba, se sacó su delantal y lo envolvió como si fuera un animalito herido.

No dijo nada a nadie, pero lo guardó en su cartera, nunca antes había visto un corazón desnudo, triste, temblando, muerto de frío y atravesado por un taco aguja, como esa vez.

Y se lo llevó a su casa, lo acostó en su cama, lo arropó, le habló despacito hasta que sintió que volvía a latir y volvía a tener color, lo besó con sus labios de fresa y lo acurrucó entre sus brazos hasta que el sueño pudo con los dos.

Esa mañana cuando el sol entró por la ventana ella no entendió qué hacía un hombre durmiendo a su lado si a la noche sólo era un corazón.
Se sonrió con esa sonrisa errática que tenía y se quedó maravillada mirándolo dormir.


"No me creo lo que veo;
es verdad o es un sueño;
una sombra en el desierto;
un regalo del cielo"

-Desamor- (Jarabe de Palo)

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La grieta.


"Me ocurría a veces que todo se dejaba andar, se ablandaba y cedía terreno, aceptando sin resistencia que se pudiera ir así de una cosa a otra. Digo que me ocurría, aunque una estúpida esperanza quisiera creer que acaso ha de ocurrirme todavía."

El otro cielo (Julio Cortázar)


Investigo en tu mirada que es la mía. Y descubro que te sacude un fuego atormentado mientras estás en silencio y ausente frente al espejo y la mirada se nos pierde en la pared que hay detrás nuestro.

Me pregunto qué incendios te devoran, qué ausencias no esperabas, qué signos son los que te lastimaron mas si los de interrogación o los que exclamaron con horror aquellos años de espanto.
Y no hubo respuestas o no te escucharon.

Te pregunto cosas y todos los porqués lapidarios, todos los encierros, todos los hallazgos, se desmoronan apoltronados en tus ojos clavados en el espejo y detrás tuyo en los ladrillos, avizorando grietas, hurgando entre ellas algún paso.

A dónde querés irte, a qué otro lado...

Yo no me atrevo a sacarte de ese estado, estás como dormida pero con los ojos abiertos, te veo flotar como hipnotizada. Incluso cuando te veo marchar entre los muebles que te separaban de la pared hasta hace un rato.

Solo puedo sentir este frío que me recorre los costados y estarme quieta contemplando como te vas de mis formas, para despues poder contarlo, no importa lo que ocurra mientras tanto.

Vos extasiada, apoyando tu nariz, tu boca, tus dos manos y tu ojo de cíclope agigantado entre las grietas de la pared del cuarto.
Yo cerca de la puerta, sostenida por una silla y temblando, conteniendo mis latidos azorados en las paredes de mi piel, mientras soy testigo de cómo ya te han tragado.

Ninguna resistencia entre tus manos, al contrario las pude ver escarbar desesperadas entre los pedazos de pared que quedaron descascarados.
Ya nada de vos hay en este cuarto, tan solo un envase parado.
Y sin embargo tendrías que estar aquí, si estábamos pensando...

Entonces ordeno la ropa, la cama, los almohadones de más que están tirados, repaso los libros apilados...

Y cuelgo un cuadro de flores para tapar la grieta que has dejado.

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