La nena genio (que no fue)

De chiquita dos acontecimientos le hicieron creer que ella era una promesa.

El primer hecho fue una desgracia.
Su abuelo Florentino, que era otro contador de cuentos que ella tenia acaparado para sí, que se sentaban juntos a a escuchar por radio la novela del mediodía, que hacían paseos en bici, que le cocinaba pucheros y se pasaba horas hablándole de Madrid, una dia se fue al cementerio como de costumbre, a llevarle flores a su abuela y nunca regresó.

La nena no bien lo vió preparar el consabido ramo de margaritas se subió a la bici en la parte de atrás, donde habia una sillita exclusiva para ella y ahí lo esperó con su gorrito para el sol. Era muy divertido ir al cementerio con el abuelo, que tampoco era su abuelo de sangre, pero para ella era como si lo fuera. El viejo era un tipo fuerte, grandote y le encantaba contar cuentos de lo que se te ocurra. Y la niña era una ferviente admiradora de aquellas historias.
En el cementerio el paseo tenia un ritual, primero las flores a la abuela ( que si era la de sangre) y luego a caminar por las callejuelas y perderse en historias inventadas a partir de la foto que habia en las diferentes variedades de sepulcros.
Cada vez un cuento diferente. No importaba si la ultima vez la foto de la chica del sombrero era una solterona empedernida que se murió de soledad y ahora era una niña bien que estaba a punto de casarse cuando cayó fulminada en el altar, la cosa era estar ahi caminando bajo el sol o escapandole a las nubes.
En aquellas fotos habia un señor de bigotes gigantes y puntudos que la tenia aterrada, no sé cuantas veces habia resucitado y vuelto a morir, porque le gustaban los velorios y ser él el invitado principial. Y una chica que se habia muerto muy joven, sin conocer el amor, entonces por las noches se escapaba de su tumba y vagaba por la ciudad oscura en busca de un novio que la rescate de la muerte, tenía florcitas en la cabeza y un vestido de gasa celeste. Y ahi la nena se ponía a cantar "La vestido celeste todos la llaman y para ella va mi canción" y el viejo se animaba a la zamba y los dos se iban felices de aquél caserío medio tristón.

El viejo salió contrariado de la cocina y le pidió que se bajara de la bicicleta. Ella le dijo que no y en ese momento los brazos de su madre la sacaron con fuerza de allí y la depositaron en el suelo. ¡Hoy no vas!.-Le dijo furiosa y la nena se quedó mirando a su madre con bronca, llorando en el fondo del pasillo sin entender porqué le negaban semejante paseo.
El abuelo se marchó con evidente molestia, ella se quedó enojada con su madre y la madre le pidió que la ayude a regar las plantas, tarea que le encantaba y le iba a dar cunsuelo.

Nunca supo cuanto tiempo pasó, pero estaba detrás de unas matas cuando alguien entró corriendo a su casa y su madre salió llorando a los gritos.
¡Atropellaron al abuelo Florentino en la puerta del cementerio y está muerto! Fueron hasta allí y se encontraron al viejo tapizado de margaritas, la madre trajo sus lentes rotos y la nena se los quedó hasta perderlos uno de esos días.
En el velorio ella escuchó casi todo el tiempo que la nena se habia salvado de milagro porque siempre iba con el viejo en la bici, que ya era muy viejo para llevarla pero siempre la llevaba porque era un cabeza dura y ese día justo la madre no la dejó ir y se salvó.
En su cabecita eso marcó el principio del fin.

Otro desastre, fue el segundo acontecimiento, que junto al primero redonderaron lo importante que podía ser ella.
Y fue que para entrar al colegio tomaban un exámen y un test de inteligencia, todo vino muy bien mientras los examenes iban resultando exitosos y la niña era un orgullo familiar, la cosa fue cuando vino el test de inteligencia y arrojó un resultado superior a lo normal. Allí empezó a suceder algo maravilloso para ella , porque una serie de personas ajenas al establecimiento se interesaban de una manera especial en sus comportamientos y destrezas. Tambien ahi comenzaba un problema para los demas.
La niña habia descubierto que le gustaba llamar la atención, ser centro, tener a varias personas ocupándose de cada cosa que ella hacía o decía, era genial.
La directora la retiraba del salón, mientras sus compañeritos hacian las actividades de rutina y la llevaban a la biblioteca, donde la esperaban otras dos señoritas que con una gran sonrisa la sentaban delante de hojas en blanco y la hacían dibujar, explicar esos dibujos, contar cuentos a partir de una imagen, en fin...
Despues de unos meses de trabajo con estas personas y de molestarse un dia porque siempre la llevaban a hacer el "test" en medio de alguna actividad y a ella nunca le ofrecían "té", sino que el té se lo tomaban los grandes, se encaprichó y no quiso ir mas.
Basta de cosas diferentes, basta de trabajar sola en la biblioteca, basta de ser la nena genio sin saber qué queria decir eso. Un poco de llanto y silencio bastó para que no la molesten mas.

Al principio, todos los niños trabajaban sobre un tema y ella estaba sentada cerca de la maestra trabajando con tarjetas, luego la fueron incorporando al resto del curso, ella los fue esperando, dejó de impacientarse cuando sus compañeros tardaban en resolver algo, se convirtió en la "ayudante" de la maestra, en la niña modelo hasta que se cansó tanto, pero tanto, tanto que el aburrimiento la llevó a ser una niña común y silvestre, pero algo rarita.

El hecho de haberse salvado de la muerte y de ser la mas inteligente de todos los niños que ella conocía, fue un escollo en su pequeña vida.
Sentir que era una promesa fue una presión tan grande, que al no poder cumplir con los mandatos convencionales algo le quitó la sonrisa abierta que tenia y la dejó sin palabras para explicar lo que los demas decian en voz baja: fracaso.

Conozco a esa niña tan de cerca, que muchas veces la veo escondida entre las sombras, sentadita en un rincón, mirándome y no sé qué decirle para que no siga atormentada, por lo que pudo ser y no fue, para que deje atrás aquellos hechos y empiece de cero, siendo lo que en verdad fue, sin promesas, sin desastres, sin mandatos, sin genialidades...

Lo que en verdad fue y es, lo deja salir a veces por las tardes sentada frente al monitor, atrasando otras actividades que la llaman como el deber al soldado y ella posterga hasta mas no poder.

Ella no era genio ni nada parecido, solo era una soñadora mas y como decia Lennon, no estaba sola.

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Crub me invitó a participar de una cadena en la cual tenia que enumerar 5 hábitos extraños mios.
Me tomé el atrevimiento de dejarlos en su blog ya que yo no cumplía con los requicitos requeridos y una de mis tantas rarezas es que soy incapáz de enviar una cadena, pero me gustó pensar en mis cosas extrañas y leer las de los demas.

Pensando en qué cosas hacía yo que los otros veían como extrañas, recordé pila de acontecimientos que me tuvieron como "participe necesario" y definitivamente fueron cosas raras.
Paso a relatar un acontecimiento que ocurrió hace unos años atrás.

Era un domingo de primavera al mediodía.
Mis hijas se habian ido con su abuela al club, mi marido estaba en un viaje de trabajo y yo tenia el diario todo para mi.
Un pequeño placer que iba a acompañar con un cafecito y nada mas, ni almuerzo ni nada, si me daba hambre habia frutas frescas.
Me siento asi de lo mas feliz y escucho el timbre, pienso en no atender y finalmente me asomo y veo a un señor mayor, desconocido que me saluda con una gran sonrisa, como si me conociera. Yo me acerco y tambien le sonrío, tal era su alegria que me contagió.

Tengo hambre.- dice, acto seguido le ofrezco un sandwich y unas frutas.
No, yo tengo mi almuerzo, solo que necesito saber si usted sería tan amable de cocinarlo...

(¿Cocinar? No estaba en mis planes cocinar, ni ensuciar nada...)

Miré sus manos y tenia una bolsita de la casa de pastas que queda a la vuelta de mi casa y me dijo, son unos ravioles riquisimos, alcanzan para los dos.

Y aqui aflora mi rareza.
Yo me acerqué al portón de rejas, tomé la bolsita de aquel señor y le dije que me espere un momento.
Entré a la cocina, tomé una cacerola, la llené de agua, agregué sal y la puse en el fuego.
Luego agregué los ravioles y cuando subieron a la superficie los colé, los mezclé con crema y queso de rayar, los coloqué en una fuente y se los alcancé.
Cuando llego a la puerta me doy cuenta que no tenia dónde apoyarse para comer y no me atreví a hacerlo pasar, asi que saqué a la vereda una silla, una mesita de jardin y quedó un bonito comedor al paso y yo de mesera.
Por supuesto le encantó la comida y me pidió si tenia agua fresca, cómo no se me habia ocurrido traer agua!

Yo lo dejé comiendo solo y me fui a intentar tomar el café que ya estaba helado y el diario habia perdido total interés, asi que me puse a lavar las cosas que habia ensuciado, extrañamente yo estaba contenta haciendo eso.

Al rato vuelve a sonar el timbre y era el señor que me anunciaba que ya habia terminado de almorzar y me agradecia infinitamente mi amabilidad, pero un cafecito estaria de maravillas, me dijo.

Mi café ya estaba intomable, asi que preparé dos cafés y le acerqué uno a la mesita.
Fue en ese momento y no antes que me di cuenta que habia ocurrido algo extraño, digamos no es normal que en estos días donde por los telediarios abundan desastres de robos, violaciones y demas desastres una mujer sola tenga un comportamiento asi para con un extraño, lo mas fácil era decir NO de entrada y listo.

¿Cómo explicarles luego a quienes reprocharon mi actitud por exponerme a un peligro o se rieron de mi ingenuidad por ser presa de un avivado, que en los ojos de aquel viejo vi los ojos de mi padre?
Que no pude decirle que no a esos ojos.
Que el resto del domingo me quedé flotando, de solo pensar que mi viejo habia venido a visitarme desde algun lugar remoto.
Que soy rara nomás...

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Para Aye, que ahora es Sol Mayor.

(Para mi Sol)

Te quiero bebé.
En el desorden casi acostumbrado
de juguetes y revistas deshojadas
me río con lágrimas
y vos tambien te reís.
Las dos aturdidas
por un globo que mordiste y estalló en tu cara,
carita de papel,
de tiza,
de polvo.
Naricita sucia,
cara con miguitas, te quiero.

- 8 de Febrero de 1989-

Para vos, que me hiciste pasar las noches mas largas de mi vida, que me robaste el sueño durante años, que me regalaste la mirada mas intensa que puedas imaginarte el dia que naciste, para vos que te apoderaste de mis dias desde entonces y que casi por eso te quedás hija única, para vos que me llenaste de un amor unico, este post.
Feliz cumpleaños, hija.

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Sobre las tormentas

El otro dia vi Twister, nunca me llámó la atención el cine catástrofe, asi que esa peli habia pasado sin pena ni gloria para mi cuando se estrenó y estaba haciendo zápping cuando una imagen me enganchó y me quedé a verla.
Era un cielo parecido al de la foto, que atemorizó a Crub. Tambien a mi me dió temor.
Una gran tormenta en las puertas de la ciudad, la mas grande en el ultimo siglo se avecinaba.
La verdad sólo por esa imagen me quedé.
Muchas veces por dentro avizoramos tormentas asi y no sabemos qué hacer, ni a qué meteorólogo llamar, ni nada.
Y terminamos, con mucha suerte, tirados en un diván mirando cómo se mueve la tormenta y poniendonos a resguardo.
Analizando el tornado a una distancia prudencial.
Si se mueve para acá puede pasar esto o aquello otro, si nosotros nos corremos y la vemos desde este otro punto de vista, tal vez no sea tan tremenda como cuando la veíamos desde allá...

En fin, lo que mas me gustó de esta peli fue una imagen, que me sirvió para saber qué hacer con mi propia tormenta.

La situación era la siguiente: El cielo se volvió negro, daban ganas de rajarse lo mas lejos posible de ahi, pegar la vuelta urgente, todos hablaban por las radios del desastre que se les venía y los perseguidores de huracanes pretendian lanzar unos sensores electrónicos al interior del tornado con la esperanza de obtener la información necesaria para crear un sistema de prevención mas preciso, pero para eso debian colocarse en la línea de los ciclones y correr un gran riesgo. Unos chiflados los científicos esos.

Ahí venia la imagen que me iba a fascinar y justificar la película para mí, fue ver cómo se metian de lleno en la tormenta y despues de muchos intentos fallidos, lanzaban los sensores.
La imagen tenia una gran belleza, pero lo que mas me gustó es lo que generó en mi esa idea, lo que movilizó dentro mío, eso fue lo mas valioso.

Me animó a enfrentar otra tormenta que andaba rondando las puertas de mi ciudad. Me dije y si hago lo mismo, y si le voy de lleno cual cientifico chiflado y le largo unos sensores a ver qué pasa?

...Y ahí vamos, los sensores han arrojado el primer resultado: Dar lo mejor de mi, lo peor me lo guardo.

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Eso si, con sentimiento.


Como dice el pelado Cordera,voy a darte sencillamente, lo que mas me guste y nada mas. Lo peor lo guardo para mi, eso lo dice Quique.

...Y yo digo, este ha sido un post muy sentido, pero bastante ladri.

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El estracto de un perfume que olvidé.

¿Cómo eran esas calles que olían a magnolias frescas? O era a limones? Yo me fui olvidando los perfumes de esas calles, los fui cambiando por otros y de tanto en tanto la memoria me los pide, me llama a rescatarlos.
Yo soñaba con la ciudad grande, con caras desconocidas que no se veían obligadas al saludo, yo buscaba el anonimato y me perdía en los suburbios, eran desvíos que yo elegía para no cruzarme con nadie, veredas solitarias pobladas de paraísos en flor, calles anchas y vacías, tan anchas que los de enfrente no te veían si no querías.
Nunca pude aprender todos sus nombres y eso que no eran tantos.
Yo no sabía cuanto amor les tenia a esas calles, hasta que me fui buscando el olvido. Yo no imaginaba que aquél dia que me fui, era para siempre.
De haberlo sabido hubiera guardado un estracto de ese perfume en mi memoria, me hubiera llevado mas imágenes, mas recreos, mas caricias...
Pero entonces el tiempo me reclamaba a gritos en otro lado y me fui.
Tan pronto como pude llené la valija mas grande que habia en la casa, me despedí de la gente querida y subí al micro de larga distancia que en cinco horas me depositaba en Buenos Aires y asi medio a lo Rosa de lejos, llegué al sitio donde iba a poder abrir mis alas y volar.

La verdad no sabía volar en absoluto y en los primeros intentos fue fácil hacerme pelota y fue dificil el regreso, asi que con las alas medio rotas y con la ayuda de un ángel amigo, a pesar del susto que tenía me quedé en estas calles apretadas y absurdas, que tambien tienen su encanto.

Solo extraño aquel perfume, cada tanto quisiera estar allí, caminar por ellas, volverlas a sentir bajo mis pies, volver a ese silencio de la siesta olbigada.
Claro que no hablo de volver ahora, hablo de volver al perfume perdido, a las caras que yo queria no cruzar evitando las preguntas familiares, a los negocios de entonces que odiaba, de eso hablo, de lo que se fue conmigo, con ellos que tambien se fueron yendo...
Desde ya no hablo de magnolias arrancadas, ni de casas nuevas edificadas en los baldíos, habitadas por rostros que ya no conozco.

Aquél día antes de irme, debí caminar un rato mas por esas calles que ya no veo tan anchas.

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El anhelado puerto. (Segunda parte)

He nadado un largo trecho para llegar aquí, he ido y venido una y otra vez antes de arribar, porque como temía que mi alma se viera muy desnuda la tapaba con velos y asi tan incómoda estaba, que me quedaba muda. Me parecia sublime que el equipaje fueran palabras, me parecía que entre mis pertenencias era lo mejor que podía tener, porque durante años hice acopio de palabras, creo que es mi mejor tesoro, mío, personal, propio, vivido, experimentado, alojado en la cuarta costilla, con raices y todo.

He llenado vacios con palabras, como dice Bito. Escribí cuentos, poemas, tejí historias que conté una y otra vez, vi ojitos mojados y otras vi sonrisas, luego de mis palabras...
Me han hecho escribir discursos sobre temas aburridos por mi facilidad para encontrarlas, me han pedido algun escrito dedicado a...
Llené cajas de cartas que escribí y que me han escrito.
Tambien he guardado cientos de mails porque adoré las palabras allí dichas, he subrayado libros, he grabado canciones por sus letras y peliculas por sus diálogos, solo para volver a escuchar las palabras que me maravillaron una tras otra, encontradas genialmente por alguien.
Tengo una especie de berretín que me acompaña desde mi mas tierna infancia y que he logrado compartir con pocas personas, pero son las palabras, las palabras justas, las palabras encontradas mágiamente, las que se dicen con música, las dichas en silencio y hasta las palabras que no se dicen me fascinan.
Porque a pesar de mi gran acopio, muchas veces he preferido el silencio a las palabras.

Pero esta vez es diferente porque no sé de tus ojos cuando me leés, ni de tu vida, ni de tus sueños que por ahi se parecen a los míos o por ahi solo nos encontramos en este puerto de ignotos escritores.
(Ni sé de tus berretines, pero por lo que veo, tienen un aire a los míos y eso me gusta.)
Por eso este anhelado puerto se me hace tan bello, porque esta vez no estoy llenando espacios vacios solamente, estoy contruyendo un nuevo espacio, que no estaba en mi vida, pero que me andaba rondando y yo no me animaba a entrar. Este espacio está hecho de gente como vos o como yo, que necesita de las palabras para respirar, que necesita juntarlas y contarme un cuento, que no se las banca y las escupe en textos o poesías.
Este mar me arrastra cada día tenga algo para decir o no, porque te leo.
Este mar me trae hasta tu orilla y me deja boquiabierta por lo que se te ocurrió contar, me deja pasmada, me deja feliz, alimenta esta voracidad mía, me reconforta saber que ciertas especies tardan en desaparecer.
Y yo, humilde viajera errática, lleno mi mochila con tus palabras, con las mías, con las del que está del otro lado y me hago la mejor de las pescas.
Y despues me quedo aquí, en mi casa, colgada en las alturas, como decía Serrat.

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El anhelado puerto.

Vengo con las manos medio vacías, casi avergonzada, pero vengo.
Antes de venir para acá me fijé si podía traerte algo, como para que te alegraras si pasabas y me veías y a falta de las propias pensé en unas palabras prestadas.
Me figuro un lugar, un lugar cualquiera, sin imagenes de fondo siquiera, sin árboles, ni bancos de plazas, ni sillas de cafés, ni carreteras...
Un lugar blanco, donde yo te dejo algo, vos venis, lo recogés y si querés y te da la gana tambien dejás algo.
Yo te dejo palabras y vos tambien me dejás palabras.
Si supieras el miedo que le tengo a las palabras, no entenderías cómo lo mejor que encuentro para dejarte son palabras, pero ahí vamos, dándonos espacios nuevos, impensados, viajes cortos por mas lejanos que sean.
A vos que venis y me leés y me dejás una idea, yo te debo una disculpa cuando falto a la cita, cuando falto al sitio en blanco donde me encontrás y te encuentro, por eso hoy pensaba traerte algunas palabras prestadas aunque sea, porque mías no tenía.

"Nunca se llega a puerto, pero cuando dos rutas amigas coinciden, todo el mundo nos parece, por una hora, el anhelado puerto." (Hermann Hesse, Demian.)

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Una escalera al cielo

Era de noche y yo estaba triste porque me habia dado cuenta que la luna era de todos menos mía, me habia quedado sentada en el jeap de mi viejo, mirando el cielo hasta ponerme a llorar.
Nunca supe cómo llegó, pero de repente lo encontré ahí, sentado a mi lado y ofreciéndome su pañuelo perfumado y mirando el cielo.
Tampoco recuerdo cómo fue, pero me dijo que podía hacer una escalera al cielo, me señaló la pila de cajones que se amontonaba en la vereda del negocio de la esquina y era enorme. Y tambien me dijo que podia tocar la luna con la mano si quería.
Me dijo que él empezaba por un cajón y yo continuaba, asi fuimos acomodando imaginariamente, los cajones de lechuga, que eran los mas grandes, los de manzanas que eran perfectos, los de mandarinas que eran mas endebles y finalmente cuando la escalera se ponía peligrosa poníamos los de frutilla que eran pequeños.
Despues subimos despacito por esa escalera hasta la luna.
Esa noche casi la toco con mis manos.
Como una tonta no lo hice, pensaba que siempre iba a ser asi de fácil llegar hasta ella y solo la miré mucho, hasta dejar grabado en mi memoria este recuerdo.
Si cierro los ojos veo los cajones apilados, doblándose levemente y yo subiendo por ellos, tambaleádome sin miedos porque abajo me esperaba mi tío Alberto.
Un capo mi tío, me dejó esa instantánea de por vida.
Fue el primero en regalarme la luna sin pedir nada a cambio, fue el primero en darse cuenta que me gustaba fantasear horas enteras y que no me aburría.
Era el unico que me llevaba hasta el árbol gigante despues del almuerzo y se bancaba mis interminables cuentos de viajes inventados...
Tenía un trabajo importante, de esos trabajos que hacen que los hombres sean serios. Siempre de traje, siempre engominado y oliendo a colonia Fulton. Ahora que lo peinso, mi tío era un solterón buen mozo y deberia tener su arrastre y yo que no lo dejaba ni a sol ni a sombra, pobre...

Creo que los dos nos entendíamos en un punto, él dejaba de ser serio por un rato cuando estaba conmigo y se enredaba en mis cuentos y yo creía que era una persona grande e interesante, porque él me dedicaba su atención.

En el fondo éramos dos soñadores, yo lo dejaba ser niño y él me dejaba ser mayor por un rato.
Creo que era un acuerdo tácito.

Es de noche y estoy triste.
Ya no lloro por la luna, ni tengo a mi tío para que me lleve hasta el árbol gigante y ahora soy mayor en serio, pero sigo construyendo escaleras imaginarias como él me enseñó.
Esta noche y esta tristeza casi estan pudiendo conmigo, sin embargo en medio del bajón lo que rescaté es esta imagen que tengo como una foto en mi memoria, la de la escalera al cielo...
Tambien estoy pensando en Led Zeppelin.

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Yo creía en los fantasmas.

Yo sabía que en el rancho del medio de la manzana, vivía un fantasma.
No tenia gran preocupación porque solo lo veía una vez por dia, a la mañana muy temprano cuando el fulano corría por el patio y yo desde mi casa lo espiaba para ver qué hacia.
La cosa era así, yo me trepaba a los árboles mas altos para leer tranquila las revistas de mi hermano mayor, que obviamente no me prestaba y aprovechaba a leerlas cuando él dormía. Una mañana, estaba con la mirada perdida, atrapada por ese fondo de verdes que se veía desde allí arriba, cuando del rancho abandonado vi salir un fantasma.
El espectro corrió desde la galería hasta perderse entre las plantas.
No le dije a nadie mi descubrimiento, porque tenía que entrar a decir lo de las plantas mas altas, lo de las revistas leídas a hurtadillas...
Enseguida me convencí que era mejor mantener el secreto y de tanto en tanto espiar a ver si lo veía.
El tipo era un relojito, todas las mañanas salía como disparado por la galeria y se perdía entre las plantas.
Un día tomé coraje y me fui hasta el rancho, en ese tiempo desconocía el miedo. El rancho era de adobe, como esos que antes abundaban en los campos, tenia un techo a dos aguas hecho con abundante paja y en la galería habia una radio de las chiquitas. En lugar de puerta habia una bolsa de arpillera que se movia con el viento y desde donde yo estaba parada se veían diarios y la ropa del fantasma tirada sobre la cama.
El desorden era abundante y recuerdo que pensé que los fantasmas no tenian mamás que les dijeran la importancia del orden y esas cosas.
Habia una mesita al lado de la ventana, unas sillas llenas de ropa sucia, un sombrero, una guitarra y unas botas.
Un gato aburrido se paseó por mis piernas y senti un escalofrío, de solo pensar que tal vez era una aparición gatuna.
En ese momento se me terminó toda la vena investigativa y desaparecí por los fondos. A medida que me alejaba del lugar mi corazón se agitaba mas y mas y en mi cabeza crecía la idea de que el fantasma no estaba solo.
Las mañanas que siguieron fueron iguales a las anteriores, el tipo salía siempre corriendo enfundado en su camisón blanco, para el mismo lado y yo no lo veía regresar, antes me aburría de esperarlo y terminaba leyendo las revistas de mi hermano.
Un día empezaron las clases y no pude vigilar mas a mi fantasma.
Otro día crecí y ya no tuve valor para contar lo que yo sabía. Y otro día mas tarde, me olvidé del fantasma.
Pasaron los años y un dia de verano intenso, mi hermano mas chico, se juntó con sus amiguitos del barrio para jugar con las pistolas de agua. Llenaron ademas varios baldes con esas bombitas de colores y se fueron para los terrenos del fondo.
Ese día descubrieron el rancho. Decidieron tomarlo como propio y ser los mas malvados de la historia.
Se dividieron en bandos, unos eran los dueños del rancho y otros los invasores.
La guerra fue feroz, hordas de niños iban y venian a cargar sus armas de agua, el desatre de barro entró a crecer y se armó como un gran pasillo delatador...
Mi madre siguió las huellas y su grito me hizo correr tras ella, allí estaban los guerreros cubiertos de barro hasta las orejas, allí estaba el mismo gato de aquella vez cubierto de barro...
El rancho casi destruído, las paredes rotas, la ropa tirada por el suelo.
Y mas atrás, lo peor, estaba mi fantasma abatido...
Mi fantasma agitando las manos y llorando y malidiciendo a los muchachitos embarrados.
Mi fantasma que no era tal.
Mi fantasma que no era mas que un pobre gaucho viejo que vivía en ese terreno fiscal, en ese rancho sin puertas, mi fantasma que era un fantasma en verdad de carne y hueso.
Estaba allí agarrándose la cabeza viendo el desastre.
Mi madre que lo conocía, evidentemente, lo consoló y le dijo que mi padre y ella lo iban a ayudar a reconstruir su rancho y no sé qué mas le decia, porque yo no pude ni quise escuchar mas.
Yo miré para atrás de la galeria, buscando el lugar por donde yo lo veía desaparecer todas las mañanas, ahora no habia tantas plantas como entonces, los años habian raleado el bosque, apenas habia unas calas amontonadas y un baño de ladrillo chiquitito, con una puertita de madera podrida y desvencijada. Las paredes laterales tenian un triangulito que haría las veces de mirador y entrada de aire.

Yo estaría por cumplir 22 años, toda una grandulona y dejé de creer en los fantasmas.

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